
Si su apellido es alemán, bien, si es vasco vinoso, espectacular, si es francés, de perlas, si es ingles, la raja. Por algo es que muchos en Chile estilan adherir o sumar el segundo apellido cuando el apellido paterno carece de blasones, Rojas-Vénder, Pérez-Walker o Pérez-Bannen, es que precisamente lo que falta en este país es estirpe, aun hoy en las bucólicas campiñas de las vascongadas o de la barra, polulan muchos campesinos Larrain, Errazuriz, Undurraga, pobretones todos, pastores que huelen a bosta de caballo y pensar que en España los verdaderos nobles llevan apellidos como Gutiérrez o Jiménez, ¿no me cree?, averigüe.
Los vascos que a mediados del siglo XVIII llegaron a Chile no provenían de familias de estirpe, eran hábiles comerciantes que se enriquecieron y entraron al país adquiriendo un título nobiliario para que les creciera el pelo y eso es todo, los alemanes en el sur, los croatas en Magallanes, los británicos de Valparaiso y los italianos del Cerro Barón, si eran tan bacanes, para que diablos se vinieron a vivir al país más remoto del planeta, Años atrás en una teleserie de TVN el protagonista era un aspirante a pije con apellido Sullivan, cuando en el concierto europeo tener apellido irlandés siempre a sido mirado con desden y es que da igual el apellido, el caso de Juan Cristóbal Foxley lo deja bastante clarito, pero hay casos peores, Arturito Longton, incapaz de aprenderse el himno nacional y multiplicar por mas de 1 dígito, en las altas esferas del poder tenemos exitosos empresarios de origen árabe que aun no logran su membrecia en el club de la Unión y eso, eso es racismo puro y duro.
Se extraña ahora porque en sectores populares gustan de ponerle nombres gringos a los cabros chicos, Jonaxa, Kimberly, Scarlet, Byron, Kevin y tantos otros, fue así, es así y lo mas probable es que siga siendo así.