
Todo comienza con una frase de George Shultz - secretario de estado de Ronald Reagan - cuando ambos discutían el futuro de Pinochet en esta angosta y larga faja de tierra. Shultz aseguro sin duda alguna que el dictador chileno tenia las manos manchadas con sangre de su propio pueblo y que acostumbraba a hacer cosas realmente monstruosas.Dicha reunión sucedió en el año 1986, fue este el momento en que Estados Unidos y Reagan decidieron quitar todo tipo de apoyo a Pinochet, por si fuera poco se concluyo que era tiempo de que el viejo de Augusto se fuera, que saliera del poder a toda costa, aunque solo 13 años atrás era ese mismo país quien intervino el nuestro y fue contribuidor de sobre manera al golpe militar, son cosas de la vida... finalmente nadie sabe para quien trabaja.
Ese 18 de noviembre de 1986, la NCS y los asesores de Reagan le hicieron saber que todo el consejo - en su totalidad - había decidido que era tiempo de que Chile volviera a su tradición democrática. Se le pregunto directamente al presidente de Estados Unidos si el estaba dispuesto a contribuir para que volviera esa democracia que había reinado en nuestro país durante 150 años.
Aquí Washington decidió cortar todo tipo de relación con el régimen que Pinochet llevaba a cabo, lo presiono y no solamente eso, comenzó a apoyar - de manera cautelosa - a la oposición civil y así de esta manera impedir que el entonces presidente de Chile ostentara ese cargo de manera vitalicia - esa fue siempre la idea de Pinochet -
Muchos años después, archivos obtenidos desde la propia biblioteca personal de Reagan cuentan como este tomo la decisión de que Pinochet ya no prestaba ningún servicio a Estados Unidos, por lo tanto se debía forzar su salida a cualquier precio.