Pucha chiquillos, dejen hacer un ejercicio de constricción. Miren, todos amamos a carabineros – bueno, casi todos – unos mas, otros menos, pero en definitiva los amamos y es por lejos la mejor policía de América Latina e incluso mejor que algunas de Europa, el GOPE anda bien, sus unidades investigativas también, el cuadrante avanza, si es solo Fuerzas Especiales, que quizás victimas de algunos sucesos – escritos por mi – ha sufrido la injusticia de la generalización, pero esa generalización es menos grave que no discriminar en un procedimiento policial masivo entre la mayoría que es piola y ejerce un derecho ciudadano y los cumas, los flaites, a esos que hay que darles no más, además porque estos personajes son los que atornillan al revés y hacen que los buenos no vallan a manifestarse.
Cabros, los violentos están aparte, justo en frente, yendo al choque, no están más atrás y no están en la muchedumbre que huye en estampida y a la que también le tiran por igual las lacrimógenas. Para este 21 de mayo muchachos meditemos – si no es tan difícil la cuestión – la sociedad civil, la ciudadanía no puede renunciar a su derecho de marchar con el pretexto de mantener la seguridad y el orden público, eso huele a Bush cabros y nadie quiere eso en chilito.
Aquí está el tema central porque ya no tenemos lacrimógenas y la pregunta cae de cajón ¿qué harán nuestros amigos de verde sin estos artefactos? bueno, quizás es una oportunidad inmejorable de modernizar nuestra fuerza anti disturbios, los efectivos policiales deben entender que un insulto – saludos a sus madres, epítetos de película y frases que solo entienden los flaites – no es un ataque, un hombre forjado en la marcialidad no puede ser susceptible porque pucha que seria para asustarse si un día algún país vecino nos declara la guerra. En USA han probado con un arma de ultra sonido que dispersa al lote a una respetable distancia, los obliga a retroceder sin provocar estampidas con gente aplastada, pero aquí no hay de esos juguetitos ¿qué hacemos entonces? una buena idea sería poner música insufrible y por el perfil del publico que podría manifestarse este 21 el reggaetón podría ser una buena opción, pero esto es siempre susceptible porque no faltaran los que se pondrán a perrear hasta abajo, hasta que choque el hueso y todas esas maromas, por otra parte podría ser el bueno de Arjona o el Shakiro con megáfono para dejar la cola, ahora si la cosa se pone mas brigida habría que apelar al último recurso, un negro Piñera, un Zalo Reyes o René de la Vega, pero eso ya sería un recurso extremista.
Representantes de la ley, no es contra ustedes la cosa, en realidad la gente los ama porque los contienen emocionalmente cuando son víctimas de un delito, pero no se engañen tampoco, si cabros, es un deber funcional de quien monopoliza el uso de la fuerza proteger y velar por el orden público, además por abrazos y consejos se puede visitar a la amante, al amigo, al psicólogo, ir al café con piernas o ver a un curita los que por mucho tiempo también fueron intocables hasta que apareció lo de Karadima, yo al menos no pondría las manos al fuego por los amigos de sotana. Ahí está la papa para poner en alto parlantes, lo insufriblemente chanta del mundo espiritual, un Osho, un Isho, la Isha – esa no, bailaba en Rojo – un libro de Coelho también podría ser, consideremos uno que sea bien largo, esos con muchas frase gueonas de auto ayuda.
El miedo opera con eficacia y hace que la gente se ponga a resguardo de las autoridades, por eso poner en alto parlante “se viene el apagón si no construimos Hidroaysén” o cosas así, esta frase podría hacer vomitar a algunos sectores de la población, pero hay quienes creen que nada mas vomitivo hay que los políticos de la Concertación subiéndose al carro de las luchas ciudadanas, viendo en el ojo del actual gobierno – y esto es cierto – la paja que marco el tramo de administraciones anteriores que solo marco el paso en muchas materias. Lo último ya sería un peo alemán, métale peo no mas, cuyo olor es más fuerte que al aroma que expelía el Zanjón en sus buenos tiempos.