El primero es el “marxista”, el cuco, la lucha de clases, la confrontación inevitable de 2 colectivos separados por su acceso al capital, parte de la base que somos todos – absolutamente todos – hijos de una historia marcada por las fuerzas económicas, en la clásica terminología marxista existen el proletariado, cuyo único capital – en este mundo cochino – es su fuerza de trabajo, y la burguesía, los opresores que dominan los medios de producción y acumulan la riqueza generada. Tiene un diagnostico de la sociedad bastante sólido, científicamente su propuesta encalla en la naturaleza misma del ser humano, por cuanto su realización exige de muchas virtudes, cuando un proleta comprende los factores que inciden en su situación de sometimiento y tiene visión de mundo se libera del yugo de la ignorancia, entonces – mágicamente – adquiere conciencia de clases, pregona la propiedad colectiva.
Los socialismos reales tienden a degenerar en dictadura totalitarias y las economías de sus regimenes con la ya tan archí repetida frase “el pueblo unido…”. Colapsan – según sus críticos – porque fomentan la cultura parasitaria, toda vez que las personas esperan todo del papá Estado, pero atención, tales fracasos se explicarían porque todas las experiencias se construyeron sobre sociedad campesinas y feudales.
En realidad dentro del marxismo hay varias tendencias, los “anarquistas”, que encuentran su origen en la revolución francesa y hacen suyo el lema: Libertad, Igualdad y Fraternidad, viven agarrados del moño con los comunachos, románticos libertarios, creen en la horizontalidad en las relaciones humanas, apuestan por el autocontrol y la autogestión. Es cuestionado su rechazo a las instituciones porque la especie humana – a la larga – en tanta entidad gregaria tiende naturalmente a asociarse y generar instituciones, que regulan y garantizan una existencia pacifica. No confundir – por favor – con otra especie en la fauna política, el “anarco-flaite”, lumpen puro, cuya única bandera de lucha es el peluseo por el peluseo.
Esta el “social demócrata” – socialistas pero democráticos – no creen en la dictadura, ni en el proletariado, ni rallan la papa con la propiedad colectiva, ni la economía centralizada, ni la confrontación violenta con la burguesía, se tienden a fundir – en América Latina – con los “progresistas”, quienes comparten el concepto liberal que promueve aperturas en terrenos como el aborto, el laicismo, derechos civiles para las minorías. Creen en los cambios graduales, impulsan la sindicalización como motor de avance social, les interesa el capitalismo – con fuerte regulación – con mucha participación del Estado, hubo un momento en los 90 en que todos estos fueron a caer en un mismo saco: “la tercera vida”, pero Tony Blair – su guaripola – y el presidente Lagos que compartía la idea y así, con un largo etc. andan todos de capa caída, porque se renovaron demasiado – mucho –. Sus modelos más exitosos se han dado en Escandianavia, Canadá, Nueva Zelanda, Australia ¿en que están los progresistas chilenos?
En el centro los “demócrata cristianos”, la DC chilena, la italiana, la alemana y la doctrina social de la iglesia, por el otro lado “derecha liberal”, sistema que promueve el esfuerzo individual y defiende la propiedad privada, la actividad privada es de hecho la que mejor genera riquezas y el mercado asigna los recursos, es liberal pero pragmático, no desprecia al Estado, pero por ser “liberal” no logra articular una propuesta política contundente porque sus propios integrantes no soportan la idea de ser arrejuntados como una orgánica.
Un poco más allá esta la “derecha conservadora”, tradicional, nacionalista, paternalista y clerical, lise y llanamente un fósil, coqueteo con el fascismo, movimiento ultra conservador y militarista originado en Italia, régimen totalitario de estructura corporativa. La sociedad no se descompone en clases sociales, no, es gremialista, o sea, se clasifica por tipo de ocupación que realizan sus individuos, los obreros, los jornaleros, médicos, periodistas, los profesores, los gasfiter, los pinta monos y hasta los heladeros. Cuatro han sido siempre sus pilares: patria, tradición, propiedad y familia, Ibáñez y el primer periodo pinochetista fue eso, Patria y Libertad fue eso.
Al menos los últimos defendieron la industria nacional, no así el llamado “neoliberalismo”, el capital es su única bandera y el capital jamás a tenido patria, se plantea sobre premisas para muchos discutibles, esa idea de que todo el mundo puede ser un empresario en potencia, la idea de que la economía crece de aquí a la eternidad aun cuando los recursos escaseen, tampoco les gusta hacerse cargo de los inmensos vicios sociales que generan, pregonan la libertad de empresas, la poca regulación, el mercado que ordena. Reciben el mote de “anarco-capitalista”, seria perfecto ese orden meritocratico que nos proponen, claro, siempre y cuando todos partieran con las mismas herramientas y con las mismas oportunidades, pero como eso no ocurre – no va ocurrir nunca – reproduce un orden donde prevalece el más fuerte, no por nada lo propugnan quienes – ustedes lo saben – no necesitaran de 10 bingos bailables en caso de que uno de sus retoños llegue a contraer una enfermedad catastrófica.
Se engrupen fácil con la suma de los egoísmos responsables, se masturban mentalmente con la mano invisible y dicen que ya hay experiencias exitosas, créanlo, en la Islandia medieval, si, allá donde Frodo y sus amiguitos compartían abrazos, extraños juegos y quien sabe que otra cosa. También se les reconoce por su cara de palo, se ponen socialistas cuando sus empresas van a perdida, profesan la religión politeísta, sus dioses son Friedman, Haguet, Smith, Keynes y Cía. su templo de peregrinación es la escuela de Chicago, cree en el chorreo cuando en realidad lo que produce es un churrete, se tienen más fe que cabra de 15, ¿cómo reconocerlos? pregúnteles quien es el culpable del descalabro financiero global, de seguro responderán que son problemas del Estado benefactor.
Finalmente esta el lote que “no sabe”, “no contesta”, su lema es “da lo mismo, a las finales igual me tengo que levantar a trabajar”, cita que no hace más que revelar sus más íntimos deseos, un Gobierno en el que puedan tirarse las bolas hasta que les queden lacias, colgando como hiedras. ¿Dónde esta usted? recuerde siempre – siempre – que en la vida hay matices.