Confianza lucida – conciente – todo lo contrario a la confianza critica y ciega, algo tan característico de las organizaciones sectarias, eso era el reino de Karadima, una secta donde impero el abuso, el miedo, la insidia y la manipulación. En cuantas parroquias se darán situaciones similares, en cuantos grupos scout, habrán escuelitas de fútbol donde esto pase, es bueno que los padres conversen el tema “abuso” con sus hijos, advertidles de la inconveniencia de generar espacios e intimidad con un adulto que se encuentre en situación de poder, eso de aceptar invitaciones a conversar en privado, en secreto, todo eso es un mal indicio, una verdadera señal de alerta.
Muchas personas se preguntan – yo me pregunto – cuantos conscriptos vivirán situaciones degradantes de connotación sexual como una especie de iniciación, es que en Chile la educación sexual es tan paupérrima que con toda seguridad hay quienes viven sin saber que son victimas de abusos, o peor aun, en nuestro país se cree – erróneamente – que abuso y violación son imposibles en una relación de pareja, todo lo que implique sometimiento pareciera ser algo “natural”, dentro de la dinámica en relaciones afectivas, la parte buena es que las nuevas generaciones están cada día más concientes de los abusos y atropellos a todo nivel, nuestra sociedad avanza en ese aspecto, si bien no lo necesario, avanza.
Lo de Karadima marca un antes y un después, con toda seguridad – espero que así sea – debe existir preocupación en quienes convirtieron la labor pastoral en fuente de disfrute personal, apoyados por fieles que hipnotizados por su carisma le rindieron culto a la persona, ya no más, o al menos hasta donde la memoria lo permita. Ahora, se tiene claridad de que la situación socio-económica no impide el surgimiento de un mundo desquiciado donde la fe es expresada de modo torcido, donde todo degenera, a tal punto que para muchos de sus fieles, Karadima y lo que es llamado “dios” llegaron a ser equivalentes, si no – incluso – la misma cosa.
Que poco queda de las alabanzas masivas que sucedieron a los sermones de Fernando Karadima Fariña, todavía hay quienes se preguntan que era Cristo para Karadima y sus fieles, aquellos que oraron de corifeo para su iglesia, del “santo” no queda nada, solamente la imagen de un gozador perverso detrás de ese beatifico talante, el mercader de la fe que obro encubierto por el poder de su iglesia de utilería, el típico curita vivaracho, ese que sediento de omnipresencia enfoco su labor hacia los mas acaudalados, y que termina así, devenido en una especia de agente de ventas de parcelas celestiales.
Su caso, deja una sanción moral potente, eso es cierto, pero seria bastante más conveniente en materia legislativa, precisamente para impedir que estos delitos prescriban, para eso ya existe un proyecto de ley que espera pasar la sala a fines de este mes, para ser despechado antes que termine este año. Lecciones que nos ha dejado este caso, lecciones que nos dejo el asqueroso mundo de Karadima.