¿Cómo está la cazuela, mijito?, me preguntaba mi abuela a principios de la década de los noventa. “Rica, exquisita”, contestaba de una y mi abuelo me decía de inmediato que no fuera tan complaciente. No lo entendía, era un niño. Era un niñito comiendo lo que más le gustaba. Cuando veo Estado Nacional, el programa que aún no se muy bien de qué es, de los domingos en la mañana en TVN rememoro esos almuerzos en Las Parcelas.
En la mesa de Estado Nacional se reproduce de un modo bastante triste la gran paradoja comunicacional del Chile de la transición, pero especialmente del de los últimos años.
Más allá de la artificiosa separación entre Concertación y derecha, allí se expresa de modo desproporcionado ese homogéneo discurso autocomplaciente y políticamente correcto (Ena Von Baer, es esa magnífica excepción), la que ha inoculado el sentido común de las premisas económicas neoliberales, que mide la política por su eficacia, a lo social por su rentabilidad y que ha reducido el intercambio de humanidad y el horizonte de sueños al análisis individualista del costo-beneficio.
Quizás muchos panelistas no se dan ni cuenta de aquello, pero están inoculados de esa seudo modernidad asfixiante que respira la tecnocracia elitista y la derecha más rancia. Lo grave no es que esa mentalidad exista, sino que siendo minoritaria en la lógica un hombre un voto, por obra y gracia de Pinochet, Tironi y compañía, transmutó en hegemónica. Y la crítica de eso se erige en contraparte pero sólo como un folclórico alternativismo irreal y pintoresco, admitido exclusivamente para legitimar lo indiscutido y obvio.
Por eso el domingo pasado cuando Jorge Joignant, y Jorge Navarrete, ante la mirada crédula de Oscar Godoy, trataban de ser irreverentes y duros con Juan Antonio Coloma – Presidente UDI - acusándolo de ser poco claro y poco consecuente, daban ganas de gritarles ¿y ustedes? En ese instante el control remoto pareció ser indispensable y el zapping una bendición. Si hasta dijeron que les iba a bajar el rating hablar de ellos cuando en realidad en ese minuto eran el programa menos visto. Sí, a esa hora sus 2,4 puntos eran masacrados por los monitos animados de La Red y Canal 13, si hasta el chavo del 8 de Mega los superaba y como siempre el domingo se imponía Siete Dias de Chilevision.
En la mesa de Estado Nacional se reproduce de un modo bastante triste la gran paradoja comunicacional del Chile de la transición, pero especialmente del de los últimos años.
Más allá de la artificiosa separación entre Concertación y derecha, allí se expresa de modo desproporcionado ese homogéneo discurso autocomplaciente y políticamente correcto (Ena Von Baer, es esa magnífica excepción), la que ha inoculado el sentido común de las premisas económicas neoliberales, que mide la política por su eficacia, a lo social por su rentabilidad y que ha reducido el intercambio de humanidad y el horizonte de sueños al análisis individualista del costo-beneficio.
Quizás muchos panelistas no se dan ni cuenta de aquello, pero están inoculados de esa seudo modernidad asfixiante que respira la tecnocracia elitista y la derecha más rancia. Lo grave no es que esa mentalidad exista, sino que siendo minoritaria en la lógica un hombre un voto, por obra y gracia de Pinochet, Tironi y compañía, transmutó en hegemónica. Y la crítica de eso se erige en contraparte pero sólo como un folclórico alternativismo irreal y pintoresco, admitido exclusivamente para legitimar lo indiscutido y obvio.
Por eso el domingo pasado cuando Jorge Joignant, y Jorge Navarrete, ante la mirada crédula de Oscar Godoy, trataban de ser irreverentes y duros con Juan Antonio Coloma – Presidente UDI - acusándolo de ser poco claro y poco consecuente, daban ganas de gritarles ¿y ustedes? En ese instante el control remoto pareció ser indispensable y el zapping una bendición. Si hasta dijeron que les iba a bajar el rating hablar de ellos cuando en realidad en ese minuto eran el programa menos visto. Sí, a esa hora sus 2,4 puntos eran masacrados por los monitos animados de La Red y Canal 13, si hasta el chavo del 8 de Mega los superaba y como siempre el domingo se imponía Siete Dias de Chilevision.
Ah, estos chicos del establishment tienen en su publico regalón, los ABC1, su máxima carta y nada. A la hora del cómputo final Siete Dias en ese sector marcaba 15 y Estado Nacional sólo dos puntitos. ¿Vieron?, mi abuelo tenía razón, no es bueno ser tan complaciente. ¿Vieron? lo que hay que recambiar no son las caras ni las generaciones, sino los discursos, la exquisita sensación de no darle al modelo siempre en el gusto. La espectadores de TV de los domingo por la mañana se lo agradecerán.