La crisis de Honduras ha vuelto a quedar en evidencia después de un nuevo capitulo, el golpe de estado que hasta el momento, había sido revestido con una aparente “legitimidad”, esto al ser respaldado por una amplia mayoría en el congreso y la corte suprema. Todo esto para expresar finalmente, dentro de una acción militar lo que pretendía Zelaya – convocar una asamblea constituyente – que estaba contra la ley.
Todo se ha ido al piso por la presencia sorpresiva de Manuel Zelaya en la embajada brasileña ubicada en Tegusigualpa, obligo a Roberto Micheletti a dar un paso mas y es contestar con la mas absoluta represión, al instalar de facto un estado de sitio. Esto tuvo consecuencias inmediatas, porque al instaurar el estado de sitio “mato” toda legitimidad de un proceso electoral – al que el mismo convoco – con candidato que si estaban haciendo campañas, por el cual se pretendía – en el fondo – imponer una “voluntad ciudadana”. Dijo a la opinión pública que la mayoría de los hondureños habían ido a las urnas, por lo tanto han elegido presidente y este no es golpista. Por consiguiente género de manera inmediata un escenario incomodo – algo difícil de soslayar – sobre todo si hubiese tenido participación electoral mayoritaria, aunque fuese un poco mas del 50%.
Pero insisto, todo lo antes expuesto se desvanece con esta maniobra desesperada de Micheletti, el que trata de reaccionar ante el aumento de la presión internacional y la presencia de Zelaya en Honduras, también al instaurar este sistema entro en contradicciones con aquellos candidatos que estaban embarcados en este sistema – quienes se dieron cuenta de forma inmediata de las consecuencias, en una eventual legitimidad en la elección – y al mismo tiempo empezó a inquietar a las fuerzas armadas y sectores del congreso, porque el dictador Micheletti recurrió a un organismo saltándose al propio congreso y a la corte suprema, simplemente por un “nuevo” decreto de sus ministros.
Micheletti ya suma problemas dentro del propio sector golpista y esto lo a obligado a recular y echar unos cuantos pasos atrás, diciendo que el esta dispuesto a dialogar y eventualmente corregir – sacar – muchas de las medidas que el a tomado, las cuales claramente encajan dentro de lo que definiríamos como “golpe de estado clásico” por lo menos es lo que se ve en las ultimas horas, donde además se han clausurado medios de comunicación contrarios a su gestión. De manera que la ONU ni la OEA, ni ningún otro organismo tienen corta prisa, ya que las cartas son evidentes. Esto a sido un golpe clásico, no tiene ya ningún revestimiento de legitimidad, la pregunta es ¿hasta donde y cuando aguantara Micheletti, la presión internacional y además las movilizaciones internas? Mientras antes ceda, mejor para Honduras, su gente y el resto de la humanidad.
Todo se ha ido al piso por la presencia sorpresiva de Manuel Zelaya en la embajada brasileña ubicada en Tegusigualpa, obligo a Roberto Micheletti a dar un paso mas y es contestar con la mas absoluta represión, al instalar de facto un estado de sitio. Esto tuvo consecuencias inmediatas, porque al instaurar el estado de sitio “mato” toda legitimidad de un proceso electoral – al que el mismo convoco – con candidato que si estaban haciendo campañas, por el cual se pretendía – en el fondo – imponer una “voluntad ciudadana”. Dijo a la opinión pública que la mayoría de los hondureños habían ido a las urnas, por lo tanto han elegido presidente y este no es golpista. Por consiguiente género de manera inmediata un escenario incomodo – algo difícil de soslayar – sobre todo si hubiese tenido participación electoral mayoritaria, aunque fuese un poco mas del 50%.
Pero insisto, todo lo antes expuesto se desvanece con esta maniobra desesperada de Micheletti, el que trata de reaccionar ante el aumento de la presión internacional y la presencia de Zelaya en Honduras, también al instaurar este sistema entro en contradicciones con aquellos candidatos que estaban embarcados en este sistema – quienes se dieron cuenta de forma inmediata de las consecuencias, en una eventual legitimidad en la elección – y al mismo tiempo empezó a inquietar a las fuerzas armadas y sectores del congreso, porque el dictador Micheletti recurrió a un organismo saltándose al propio congreso y a la corte suprema, simplemente por un “nuevo” decreto de sus ministros.
Micheletti ya suma problemas dentro del propio sector golpista y esto lo a obligado a recular y echar unos cuantos pasos atrás, diciendo que el esta dispuesto a dialogar y eventualmente corregir – sacar – muchas de las medidas que el a tomado, las cuales claramente encajan dentro de lo que definiríamos como “golpe de estado clásico” por lo menos es lo que se ve en las ultimas horas, donde además se han clausurado medios de comunicación contrarios a su gestión. De manera que la ONU ni la OEA, ni ningún otro organismo tienen corta prisa, ya que las cartas son evidentes. Esto a sido un golpe clásico, no tiene ya ningún revestimiento de legitimidad, la pregunta es ¿hasta donde y cuando aguantara Micheletti, la presión internacional y además las movilizaciones internas? Mientras antes ceda, mejor para Honduras, su gente y el resto de la humanidad.