A la hora de protestar por sus reivindicaciones gremiales no todos los empleados públicos son iguales – eso lo saben por cierto los propios empleados públicos – los funcionarios de oficinas de servicio pueden parar sus actividades si es que están quejándose por un maltrato o por una mala condición económica con respecto al estado, eso probablemente causa molestia, pero no afecta de manera irrevocable la salud, seguridad y vida del resto de la ciudadanía.
Hay determinadas instituciones públicas que cuando deciden llevar sus quejas a nivel de paro tienen una presión mucho mayor por la herramienta que ellos utilizan para trabajar. Por ejemplo en la salud el caso es conocido, los médicos todos los años – sin exagerar el punto – detienen sus funciones y eso entorpece, entraba, molesta sin duda la atención de pacientes. Pero normalmente esas cosas duran un periodo determinado y después vuelven a la normalidad.
Cuando las FF.AA o las policías deciden reivindicar de la misma forma que el resto de los empleados públicos sus problemas económicos, tienen que tomar una decisión. Ya ha habido casos donde hubo paro, el departamento de policía en la ciudad de New York que ha decidido parar exactamente en la misma forma, es decir, ese día la policía no sale a patrullar las calles, se quedan en sus comisarías, ha ocurrido 2 veces. Eso sin duda altera la vida en la urbe, pero no atenta directamente al estado de derecho ni con la consolidación institucional del país.
Hay veces que en varios países en que las policías y FF.AA deciden ir un paso más haya, no detienen su andar como los hacen profesores o médicos, provocando una irrupción y una inseguridad pataguina sin duda, sino que van un paso más haya. Empuñan las herramientas que el propio estado le has ha dado para enfrentar al gobernante, lo atrincheran, lo presionan, incluso en algunos casos intentan hacer una sonada mucho mayor y le disparan, como fue el caso de Tejero en España en medio del congreso. Cuando esa decisión es la que se toma yo estoy seguro que se cruza una camino irreversible, no se puede después de una situación de ese tipo volver a sentarse y decir: bueno, aquí no ha pasado nada, llegamos a un acuerdo, los policías que empuñaron las armas contra el presidente de la republica, los cierres de aeropuertos, el general que amenazo al presidente y le lanzo una botella de agua o los oficiales que tronaron bombas lacrimógenas y lo apedrearon. Todos ellos no tienen la capacidad de desarmar, de desarticular lo que anduvieron, pues ellos son garantes de la seguridad del estado y empuñar sus armas contra el presidente solo rompe algo, se cruza el rubicón, se hace algo que simplemente no se debe hacer.
Lo que esta ocurriendo en Ecuador no va terminar de una forma tranquila, no terminara de una forma normal como una protesta mas, como se trato de hacer creer en un comienzo. Al atentar contra el presidente de la republica del Ecuador, ellos decidieron ir ese paso mas haya de lo permitido, es el equivalente a que en una movilización de representantes de la salud, los médicos desarmaran pabellones, tomaran la penicilina y la dejaran caer al escusado, escondieran vacunas o se negaran atender un paciente afectado de un paro respiratorio.
Cuando las FF.AA o las policías – como en este caso – no cumplen su papel de salvaguardar a la ciudadanía y es mas, levantan sus armas en contra del gobernante y por ende contra la propia población que puso a Correa en ese sitial. Creo que no habrá vuelta atrás y lo que ocurrirá en el país vecino – si es que triunfa eso que llaman democracia – se deberá descabezar y meter a la cárcel a todos quienes atentaron contra la seguridad publica y fueron mas allá de lo permitido. Ni perdón ni olvido señores, ni perdón ni olvido.