martes, 10 de mayo de 2011

Trabajen mierda.

Por dios que hay vagonetas en este país, una pretensión que algunos tienen de potrillos, nunca han necesitado usar un desodorante, ni se han pasado a sobaco porque no saben lo que es el sudor salino que emana de los poros, si tienen cayos en las manos desde luego que no es por haber agarrado una pala. Pero igual le ganaron a la vida – la hicieron – viven con holgura, tienen bonitas mujeres, viven con el piloto automático, cuenteando, haciendo trampa, disfrutando con el esfuerzo ajeno.

En países reconocidos trabajólicos como USA o Alemania estos personajes no encajarían, pero aquí no, la elite latinoamericana que pontifica sobre las virtudes de la pega, pero esa echadito para atrás, en un cómodo sillón, aguanta la pereza de los suyos. Lo que no aguanta es el ocio de los demás, la elite chilena desprecia el trabajo porque es floja, no solo física y moralmente, es floja además intelectualmente, por ejemplo en épocas de la colonia cuando las granjas de jesuitas rindieron frutos ¿qué paso? los echaron de América para quedarse con ella.

Miren, el yanqui trabaja, tira las manos los pies, uno en eso al menos debe sacarse el sombrero con los gringos, sus empresarios se acuestan y se levantan pensando qué diablos van a inventar y eso acá no pasa, eso quizás está en nuestro adn, en nuestra cultura moldeada por la concepción católica del trabajo, el hecho de que se transfieran fondos a familias por vía del subsidio y no les alcanza para llegar a fin de mes,prueba que el trabajo de los demás vale hongo, por esto ningún trabajo manual se paga bien.

Hay otros, los flojos expertos en el arte del embuste, en realidad los tipos que más calzan en ese mundo que llaman farandulero que si es un reservorio de vagos, ese tal Parived, que respondería al nombre de Marcos Leiva – o sea la pareja de Tonka Tomicic – cuentan que no sabe que es una operación renta, no sabe lo que es imponer, de su vida conocemos solo supuestos, que es un maestro del sexo tantrico, que fue discípulo de otro chanta internacional de nombre Osho, Parived un empresario del mundo espiritual, un chanta que la hace bien, muy bien.

Qué decir de Diego Caña, uno podrá decir que Pelusso era tal o cual cosa, que el fantasma Figueroa es insoportable, que Acosta es ratón, pero ninguno, ninguno es un vago como lo fue este chántete, flojo del verbo flojo. Flojo hasta para hablar, flojo como los dientes de arriba, será que el trabajo le causa urticaria a algunos, debiera preguntárselo a Juanito Yarur.

Los que tampoco faltan son los chicos realitys, Edmundo o Valero, especialmente hombres porque las mujeres son menos, aunque hay algunas holgazanas al menos deben esforzarse para tener un buen físico, entre estos chicos realitys hay uno que brilla por ser flojo, glorificador de la pereza, su pecado capital por el que estaría dispuesto a descender a los infiernos, hablo de nada más ni nada menos que de Arturito Longton que no sabe lo que es levantarse temprano, lleva la palabra FLOJO escrita en su frente, vagando por el mundo y por la vida igual que Caín, flojo, pero escandalosamente flojo, cultivador de lagañas. En definitiva, Chile país de flojos, chupa sangres y vividores, desde antes, desde ahora, desde siempre.