No voy a escribir de todas esas latas que inspiran el onanismo – de nosotros – del hombre hetero, tecnología, futbol, autos, Megan Fox empelota, bueno, si somos machos , nuestras fantasías, nuestros pensamientos pertenecen únicamente y exclusivamente a esos seres humanos que nacen con vagina, pero que a la vez nos parecen tan ineluctables, tan enigmáticos, verdaderos arcanos vivientes, es un desafío entrar en los recovecos de su psiquis, como entender ese genuino gozo por salir a comprar, comprar vitrinear, hacer la fila, pasearse con el carrito del supermercado y cuanta cosa.
Compran para superar una pena, compran para salir de una depresión, el crecimiento económico chileno seria una bosta de no ser por el siempre entusiasta aporte femenino, hay mujeres que no entienden absolutamente nada de lo que significa ir al baño con diario y revistas para fortalecer nuestro bagaje cognitivo, es un momento intelectual para nosotros, pero para ellas no, ellas convierten en un verdadero sacrilegio – su lugar de encuentro – ese templo que es el baño. Pero hay mujeres y mujeres, lo que desconcierta es su poca conciencia de género, sorprende esa falta de solidaridad con sus congéneres, con la embarazada que sube al metro o en la propia micro.
Hay mujeres brillantes, mujeres que han hecho propio el patrón de comportamiento masculino, Golda Meir, Margaret Thatcher y también están las tontonas que vieron muchas teleseries y que quieren vivir su propia teleserie, si, así de tontorronas pero habría que entenderlas, el amor pone tan estúpido como el copete y – ojo – esto afecta a los hombres también. el insobornable corazón femenino, esa flor que requiere ser regada a diario pues si no se marchita y toda esa frase cursilona que dicen, bueno, desde potrillas se enamoran rápido y se desenamoran igual de rápido.
En el ámbito del lenguaje uno ve como las niñas les sacan ventaja a los niños, hablan mejor, se expresan mejor, son más precoces, pero hay otros terrenos en que van en saga, dicen que se desorientan fácil, así como que a dios gracias existe la cordillera como referencia – para que se enteren que aun están en Chile – también en el manejo, porque las mujeres, la casi perfección humana tienen problemas en este aspecto, sobre todo cuando tienen que estacionar, pero lo compensan con mayor precaución, nosotros – hombres – cuya prevalencia de asopamiento es mayor tendemos a creernos Schumacher cuando en realidad parecemos Eliseo Salazar.
Las juntas de mujeres son dispersas, pasan de un tema a otro sin entrar a picar ni a profundizar nada. También hay otro tipo de cosas que sorprenden en la mujer, tienden a creer que los hombres somos más bobos a la hora de poner los cuernos, cuando en realidad – lo que ocurre – es que la amante no colabora a la hora de sostener la mentira, te tira perfume para que te pillen en la casa, llama cuando no debe hacerlo, siempre esconde la intención de quedarse con el perla, nunca se conforman con ser la sucursal y eso nunca sucederá. De joven los hombres contamos nuestras proezas sexuales que en verdad siempre exageramos, después se va dando vuelta la tortilla, mientras nosotros maduramos y entendemos los beneficios de mantener cerrada la boca, la mujer habla más que hospitalizado, lo que nos irrita es su escaso celo por la intimidad de pareja porque se juntan con sus amigas y abren el tarro, para algunos eso es un arma de doble filo porque después de los 35 años es sabido que las mujeres prefieren ganar un marido que mantener una amiga, no es nada raro que una vez contadas las bondades sexuales de tal pololo, ese pololo termine seducido por una integrante del círculo de amistades de su novia.
Algo debemos reconocer, sin ellas no somos nada, vamos mujeres, tómense el planeta y el mundo, de seguro este con ustedes al mando seria un poco mejor, no sé si da para que demos una costilla por alguna de ustedes pero sin duda son nuestro mal necesario, son lo mejor que nos puede pasar.
(Fotografia: Johanna Chacón Aguirre, ¿quien te entiende?)