lunes, 11 de julio de 2011

No son dueños de la verdad

Claro que el gobierno encabezado por Sebastián Piñera se diferencia – por más que se insista en que son parecidos – de la última administración de Michelle Bachelet, desde la manera en que se han enfrentado diferentes demandas de la ciudadanía, hasta la forma en que se comunican las decisiones, pasamos por el bueno de Vidal, Tohá y ahora Ena.

Muchos han dicho que las diferencias que muestra este gobierno son “miserables” – lo dijo el presidente de la Democracia Cristiana hace algún tiempo –, que políticos de oposición digan esto solo demuestra lo desconcertados que aun están tras el mazazo que significo salir del poder, terminan simplemente por reconocer la derrota. ¿Qué pretende la Concertación? a la luz de los acontecimientos – hechos – parece que este sector político busca el caos, un descontrol casi total, solo intentan llevar agua para su molino, olvidando – de manera increíble – los errores cometidos durante 20 años.

Para los opositores al gobierno de Piñera, el problema principal fue que esos que ellos califican como “poco preparados” hicieran las cosas con otro estándar, parece un pecado que la actual administración se constituya a tiempo completo, tenga la economía del país en el mejor momento de su historia, que se lograran más de 400.000 empleos y así, suma y sigue. Todo esto ha comenzado a enterrar el viejo recuerdo – ya – de quienes gobernaron durante 2 décadas. Quizás esa manera de usar nuevos conceptos y poner a los mas capacitados, eso es inaceptable para quienes ahora no están en el poder.

A sabiendas o no, quienes colaboran con Piñera piden un nuevo comportamiento a la ciudadanía, los que son absolutamente diferentes – contrarios – a ese imaginario que alimento la Concertación durante muchos años, ese mismo imaginario que – quieran o no – siempre han tenido las Izquierdas a lo largo de la historia, rebeldía – mal entendida –, egoísmo, desorden, confusión, impaciencia y por sobre todo, por sobre todo sentir que su razón es la única que sirve y no hay más. Los chilenos responden – a veces – a regañadientes, durante 20 años se mal acostumbro a decir que solo un sector político era dueño de la verdad absoluta.

Espero – como muchos – que exista el sentido del limite, si bien, protestar y manifestarse es un derecho, no puede ser un derecho que sirva de excusa para destruir cuanta cosa se pueda, es momento de sentido común, de sensatez y del retorno a lo fundamental, es esto lo que a la Concertación le cala los huesos y le duele carne.