viernes, 12 de agosto de 2011

Dígalo fuerte y claro, bien clarito

Entrar a una marcha vestido como manifestante, para saber más de lo que están haciendo es una infiltración, pero ahora le llaman mimetizarse, que en el fondo es camuflarse, volverse parte del entorno, un arte camaleónico cuya aprobación depende si el camuflado – en su intento por pasar piola – se pone a tirar piedras o avivar la cueca, pero es que la imitación requiere de una fiel copia de conductas como taparse el caracho, flaitear, si no lo descubren. Es lo mismo pero no es igual, mimetizarse suena mejor que infiltrarse, un incordio semantico que se origina en esa extraña relación del chileno con la lengua castellana, en nuestra idiosincrasia prevalece cierta afinidad con el eufemismo y la alusión para atenuar ciertas cargas – palabras – que puedan resultar negativas y los chilenos, claro, somos consumados expertos en eso.

Por ejemplo, bombardear un palacio de gobierno y tomarse el poder, aquí en Chile no fue golpe de estado, fue pronunciamiento y la dictadura, no fue dictadura, fue solo un régimen autoritario. Defraudar, maquillar cifras, trampear, tirar las manos, chorear, robar, esquilmar y mil sinónimos más, para decir que se hizo una “mala practica”.

Hemos desarrollado también una extraña forma de exigir, quizás porque históricamente se nos ha prohibido exigir, pescar un montón de extranjeros y llevarlos a trabajar a un fundo bajo un régimen de esclavitud, eso no es trata de personas, aquí eso es “capacitación”, no hablamos de torturas, hablamos de abusos, excesos. Los medios de comunicación también reproducen ese regateo verbal en función de nuestro clasismo, si el detenido de turno es un panadero que tiro un chirimoyo, los medios de comunicación lo llaman imputado y el poblador que espera juicio ya es llamado a priori anti social, en cambio el cuma de cuello y corbata nunca pierde su calidad de “ex ejecutivo”.

En esto hay mucho de hipocresía y la hipocresía en muy chilena, así es como los cabros chicos pobretones son siempre menores, cuando pasa algo con chiquillos más afortunados, la prensa corre y les llama niños y en casos extremos o trágicos incluso son llamados “angelitos”. Así también es que en Chile – según los medios de comunicación – algunas personas prominentes no se suicidan, si no que se quitan la vida o en ocasiones simplemente “fallecen”, el obrero que se inmolo frente a La Moneda no, ese lise y llanamente acabo con su vida y no solo eso, vimos imágenes por todos los canales de TV, fotografías en todos los pasquines de su cuerpo envuelto en llamas.

La elección de palabras depende de si su significado apunta a situaciones propias o ajenas, así que – carajo – somos lapidarios cuando nos referimos a otros que no sentimos cercanos, si bien somos compuestitos por aquí, somos desenfrenados por allá, porque si bien hablamos de potito, de popo y cosas así – omitiendo palabras que están reconocidas – no falta el que se descuadra y usa palabras que en contextos determinados pueden ser acusados e incluso llevados a tribunales.

En Chile ganar plata con la educación no es lucrar, no, es obtener – no una ganancia porque suena feo – un “retorno justo a una inversión con fines filantrópicos”, usted lo sabe, somos una tierra rica en filantropía y actos altruistas, por eso me resulta todo un misterio que aun – año 2011 – exista tanto pobre en nuestro país y después dicen que uno alega por alegar. Para que hablar del lucro, un término que definitivamente en Chile se torno negativa, la mala suerte de esta palabra – la que muchos conocieron tras el pingüinazo del 2006 – es que surge y se difunde en un ámbito donde suena un acto espurio, que mas espurio que un empresario que decide hacerse la america en una actividad de tanta significación, la que brinda a niños y jóvenes las herramientas que les permitirán ganarse la vida en el futuro, una actividad que además socializa y forma ciudadanos, algo tan delicado, que mas espurio si además incide ante la desigualdad social.

Las chambonadas de la clase política son una descoordinación o una desproligidad, la corrupción es llamada “irregularidad”, tampoco los presidentes remueven a sus ministros, les piden su renuncia, absurdo como un soliloquio de Andrés Rillon, ¿lo echaron o renuncio? pero que pasen las 2 cosas al mismo tiempo, eso solo puede ocurrir en Chile.