Fue hace 5 años, el gobierno de Bachelet presento ante el país el proyecto de ley general de educación, lindas palabras, sonrisas de todos los políticos, emotivos discursos, no falto – incluso – quien se emociono hasta las lagrimas, se lograba un acuerdo nacional por la educación y se supone que Chile daría un paso más allá, un paso grande, como nunca había ocurrido antes. En un acto que demando toda la formalidad y el boato de las grandes ocasiones – las históricas – todos al final se tomaron de las manitos y las alzaron formando una cadena humana, la que simbolizaba la unión de los chilenos por un objetivo común, noble, vimos a los de allá con los de acá, jóvenes con no tan jóvenes, recuerdo a Jasna Provoste abrasando a los mismos que la sacarían tiempo después, si, si hasta pude escuchar a Tchaikovsky de fondo.
Año 2011 y aquí estamos, en un clima de crispación generalizado, con marchas, protestas y hasta cacerolazos, por eso ese acto efectuado en la moneda el año 2006 me sigue pareciendo un espectáculo único en su patetismo, gobierno y oposición de la época escuchando los acordes del himno nacional, celebrando todos juntos – como hermanos – el proyecto que gestaron por aquel entonces, el que lise y llanamente fue hecho para proteger a los sostenedores y los empresarios del campo educacional, todo después de un lobby feroz a objeto de defender el lucro con dientes y muelas. La Democracia Cristiana – la misma que hoy rasga vestiduras en contra del lucro – jugo un papel primordial en esto, muchos de sus personeros no estaban – ni lo están – interesados en mover la situación tal cual esta hoy.
Muchas de las irregularidades cometidas por los sostenedores – que le costaron la salida a Provoste – continuaron tal cual y siguen hasta el día de hoy, a la larga, si bien no se llego a un acuerdo pleno en la comisión de educación al menos surgió un diagnostico claro, el que después definitivamente no fue atendido en el Congreso. Ese dialogo – el que se necesitaba y se necesita – se vio obstruido por el fanatismo excesivo de quienes profesan las ideas neoliberales, se les pueden poner todos los estudios, todas las pruebas, todas las evidencias que hablan de cuan nocivo es el lucro para la educación y su respuesta siempre será no – como lo fue aquella vez - y no, no, no y no no más.
Acepto que fue un avance si lo comparábamos con la LOSE pero muy insuficiente para sacar a la educación chilena de la UCI – que paso a la UTI – en la ley aprobada en el gobierno de Bachelet el lucro y municipalización salieron incólumes, tampoco se pronuncio sobre la educación publica y la regulación al sistema privado.
La situación política – ahora – es grave, hay un interlocutor que no cree ni esta dispuesto a comprar espejitos, no se tiene confianza el espacio que el gobierno esta abriendo para resolver la situación en el parlamento. El Congreso hoy por hoy es un espacio de muchos intereses creados – grupos de presión – por lo tanto los mecanismos institucionales tampoco son garantía ni generan confianzas y hay que ponerse las pilas cabros, de otra manera la cosa seguirá como hasta ahora, neumáticos quemándose en mitad de la calle fulgurando en las grandes ciudades afectadas por apagones, del comercio a medio andar, hablo de lumpen, ese que aprovecha y se aprovecha para hacer destrozos, un cuadro sencillamente horrible, un cuadro que incurre hasta en la barbarie de instar asesinatos por twitter.