Parecía una película antigua, una película que arranco su rodaje en las desérticas y profundas galerías de una mina atacameña. Lo recuerda, si, hubo angustia, hubo capitulación de voluntades y convicciones, hubo lamentos, bronca, desesperación e incertidumbre. Perdida de esperanza, lo mismo que debieron sentir aquellos hombres de extracción popular – de baja escolaridad – obligados a trabajar en condiciones indignas, como solo puede ocurrir en un trabajo que amenaza con enfermar y matar, parecía una película pintada para terminar como siempre terminan los dramas en Chile.
Los gritos abajo, seguramente enmudecidos por la nada despreciable profundidad de 700metros y roca, roca viva, pero sabemos como termino la historia y lo que paso más adelante. Que ha pasado con esos empresarios para los que sale más a cuenta la muerte de uno o dos trabajadores, que implementar medidas de seguridad, más cuando los accidentes en estas minas se pierden en el olvido, la indolencia que genera la habitualidad de este tipo de siniestros o es la indiferencia que invita a millones de chilenos a olvidar, los cuales también trabajan en condiciones precarias, mal remuneradas. Es que es tan común eso, de los dueños de Minera San Esteban – Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny – bueno, ahí están, demandados, embargados, esperando el epilogo de un proceso, probablemente probando otro albur, así quedaba al descubierto el circulo vicioso de los egoísmos responsables y su extrema cercanía con la trampa, es mas que trampa, mas que negligencia, simplemente conductas criminales.
Después de 1 año se proyecta la creación de una intendencia de seguridad laboral, un consejo consultivo, un comité de ministro de seguridad laboral, la promoción de la salud en el trabajo, pero, podrá lograrlo un aparato estatal sin músculo fiscalizador, me parece que no, en Chile siempre se avanza bien poco en estas materias.
Como olvidar el día que se escucharon unos golpes es sordinas y en la tarde un papel, ese papel escrito con rojo que venia adosado a la perforadote T-130, de la algarabía se paso a la euforia, la gesta – por tener ribetes de épica – alimento el festín global, equipos de prensa provenientes de los países más remotos y desconocidos. Así Chile paso a ser el centro de foco mundial y el rescate posterior fue un triunfo que todos vivimos como propio y la gloria, la de ellos, los menos, los que no tenían habilidades comunicativas, además de viajar los mineros se presentaron en programas de TV, Estados Unidos, España, en todas partes, para contar su historia o simplemente para cantar cual Elvis.
Hubo exposiciones delirantes- circenses – ya saben, dinero, promesas, tratamientos psicológicos interrumpidos, canciones dedicadas, de ahí el bobo concepto “chilean way” o como olvidar esas afirmaciones desfachatadas que hicieron los dueños de la minera en Televisión Nacional y el papelito, ese bendito papelito que Piñera mostró en todos lados, las misas, ceremonias por mil, hasta un partido con apuesta. Su histórico olfato, afinado por el entusiasmo del primer año, el presidente Piñera se vio en la cumbre después de un rescate con mucho de show, críticas que vinieron de los que más saben de este tema.
Solo algunos mineros lograron capitalizar la fama pero los demás no corrieron la misma suerte y ahí están, pobres como siempre o más que antes incluso, otros han tenido suerte, Richard Valenzuela y Renan Avalos, al menos son “afortunados” rostros juveniles de televisión. Por eso la mayoría de estos hombres decidieron demandar al SERNEAGEOMIN y eso molesta – irrita – al gobierno, dicen que fue el engolosinamiento del momento y luego, en menos de un año, un desplome de la popularidad del gobierno como nunca antes en tan poco tiempo, ni aquí, ni afuera, nunca, es absolutamente todo un record.
Parece una película antigua, una de esas en color sepia, un buen tiempo que se fue y quien sabe si volverá, ¿irán a la cárcel los frescos?, ¿purgaran sus culpas?, ¿pasara la vieja?, ¿acabaran los abusos?, ¿será castigada la frescura de los demás empresarios?, ¿cuanto tiempo transcurrirá antes que los nombres de esos 33 mineros pasen al olvido colectivo?. Antes fueron bocinazos de algarabía, hoy, 1 año después del derrumbe solo escuchamos cacerolas, cacerolas sonando al ritmo del descontento generalizado.