Gabriel Valdés Subercaseux pudo ser presidente de Chile, hubo factores de distinto índole que impidieron esa posibilidad, incluyendo por supuesto el denominado “Carmengate”, quizás ese episodio – no lo sabremos nunca a ciencia cierta – pudo haber alterado el destino del candidato presidencial en las elecciones de 1989. Seis años antes – 1983 – fue el primer presidente para ese entonces de una naciente coalición política, todo esto en medio de la dictadura, cuando los partidos políticos no estaban escritos de manera legal, cuando no existían registros electorales, grupo que llevo por nombre Alianza Democrática.
En la primera reunión de esta nueva alianza – realizada en el Circulo Español – Gabriel Valdés como presidente de esta exigió 3 condiciones, la renuncia inmediata de Pinochet, asamblea constituyente y el retorno inmediato a la democracia vía elecciones. La primera no se dio jamás, la segunda tampoco y la tercera solamente tuvo lugar – el retorno a la democracia – cuando en 1987 una serie de personajes políticos propusieron lo que era hasta ese entonces un anatema, confiar en aquella herramienta que aparecía en la constitución de 1980; el plebiscito cada 8 años, que tal si esa “única” opción viable se utilizaba y se confiaba en que el resultado pudiese ser fidedigno. Si bien dicha decisión no fue solo tomada por Valdés, su liderazgo y apoyo férreo la hicieron posible años más tarde.
Esto marco un camino que interrumpió todas las diferentes maneras de lucha conocidas hasta ese instante y se concentro en la idea de que una dictadura pudiera ser desalojada a través de su propia institucionalidad. Requería coraje – cojones – hacer esto, porque de no haber ocurrido así, de seguro quienes hubieran pagado el costo de esa decisión considerada por el régimen como infinitamente ingenua, habrían sido los políticos que llamaron al plebiscito.
Gabriel Valdés fue una persona que alentaba conversaciones, diplomático por excelencia – 6 años como Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Frei Montalva – participo del PNUD y de la ONU, una persona amante de la conversación y el dialogo. El entendió – a pesar de no ser parte del origen – que el sistema de protestas a partir del año 83 era un instrumento extremadamente potente para poder manifestar la oposición a la dictadura, esa acción iniciada por los trabajadores del cobre, no fue tomada en cuenta por los políticos en primera instancia – tampoco en segunda – solo al ver la reacción de la gente decidieron sumarse a esa escalada de protestas, Valdés estuvo ahí y también fue de los primeros en acudir al llamado la iglesia para hacer el acuerdo nacional en 1985, porque siempre quiso lo mejor para nuestro país, siempre tuvo la capacidad de buscar formulas que impidieran llegar a los extremos donde juegan los todo o nada, salvo una vez, salvo en el plebiscito de 1988 donde en verdad y así ha quedado registrado en la historia, se jugo el todo para que tuviera lugar la que el creía era la amplísima decisión de los chilenos.
Gabriel Valdés Subercaseux escribió un libro, fue una gran persona, deja una familia muy enraizada en el país y en la misma política, seguramente se le va extrañar – yo lo extrañare – porque cuando las voces en tiempos turbulentos requerían de políticos que apoyaran los nuevos caminos, aparecía este hombre con su voz potente para decir “estamos en lo correcto, pase lo que pase” y desde ese punto de vista la democracia en Chile le debe un todo a Gabriel Valdés.