El primero, el vuelo 11 de American, torre norte, 8:46 de la mañana. El segundo, el vuelo United 175 impacta contra la torre sur a las 9:02, 37 minutos después el vuelo 77 de American se estrella contra el Pentágono y un cuarto, el vuelo 93 de American, se precipita a tierra en Shanksville, Pensilvania – eso dicen al menos –
Nos perdimos de algo detrás de la vorágine, detrás de la rabia comprensible, detrás del shock, del llanto justificable, detrás de todo el desconcierto que genera un hecho de estas características. A 10 años, la mayoría de los gringos creen que algo raro hubo o que el gobierno no ha dicho toda la verdad, es que la caída de las torres se ajusta más bien al patrón de una demolición controlada, las torres se desplomaron con demasiada rapidez, lo que sorprendió a las victimas que estaban en ellas tratando de escapar de las llamas.
Resulta extraño que una azafata con experiencia de vuelo no se percatara de que estaba sobrevolando Manhattan, como pudo el pasaporte de un terrorista suicida librar incólume a la horda de fuego, por que el FBI no corrige la lista de los kamikaze cuando diarios ingleses como The Guardian y The Independent ubicaron a 6 de ellos – si ellos – los que aun hoy están vivitos y coleando y ninguno tiene idea de cómo se pilotea un avión. Documentales, varios de estos han puesto en relieve todas estas rarezas, uno de estos es Zeitgeist, exitoso en internet, hace estas preguntas y sustenta sus teorías conspirativas en la opinión de expertos, documental que ha dado paso a lo que ellos definen como una súper global oligarquía que domina el poder financiero y por ende al mundo entero.
La verdad, hay al menos 5 aspectos que no tienen respuesta clara ni convincentes, ese antiguo vinculo entre las familias Bush y Bin Laden, ambas integrantes del “carter petrolero”, los vínculos del magnate árabe con la CIA, la negativa del congreso norteamericano a investigar el origen del financiamiento terrorista por carecer de utilidad practica – cosa que resulta insólita – la inacción del FBI frente a información fidedigna y finalmente la “extraordinaria” habilidad que tuvieron los terroristas para acertar al primer intento en los puntos neurálgicos que demolieron ambos edificios, pensemos que manejar un avión no es sencillo, menos si ese avión va a mas de 800km por hora, manos por gente que solo tenia cursos primarios, lecciones en avionetas y el resto con simuladores de video juegos.
Ya sabemos lo que vino después, partiendo por el chovinismo y esa soflama patriotera, guerra contra el terror, promulgación de leyes que en aras de proteger la libertad y combatirlo conculcan derechos constitucionales que en gringolandia parecían sagrados – solo lo parecían – violación al derecho internacional al empujar con una impudicia obscena esa invasión injustificable por donde se le mire, el mundo perdió mucho a partir de ahí y también Estados Unidos. Alrededor de 3000 personas muerieron el 11 de septiembre de 2001, cientos de miles hasta el día de hoy en Afganistán e Irak, sumemos el estado calamitoso en que USA dejo a un pequeñito país ya golpeado por una dictadura feroz, sumemos el trillón de dólares – y contando aun – gastados en la famosa guerra, buena parte de este dinero ha ido a parar en las arcas de empresas fabricantes de sistemas de armas – es imposible olvidar a esta cafila de retruécanos –
No olvide sumar – por supuesto – el latrocinio, el vergonzoso choreo del petróleo iraquí, explotado por corporaciones y empresas contratistas como Halliburton, la misma, si la misma en donde fue jefe Dick Cheney, que hasta este minuto, cuando usted termine de leer esta columna, se a embolsado la friolera suma de 20 mil millones de dólares – nada mal – en contratos para reconstruir Irak, simplemente increíble.