lunes, 31 de octubre de 2011

No estamos solos

El pánico seria una reacción comprensible – la primera – las más lógica, todo cuanto se refiere a la existencia de vida inteligente en otros mundos, se ha visto alimentado y quizás distorsionado por las producciones cinematográficas de Hollywood, películas que hablan de una invasión que arranca con imponentes naves nodrizas derribando al planeta, asomando por las nubes, películas que acaban con la especie humana, con la destrucción de todo lo que ha sido construido por el hombre, el desplome social y financiero, olas de suicidios y millones que esperan el final de los días en iglesias, mezquitas y templos.

El mundo científico ya se ha abierto a esta posibilidad, acaso porque en la inmensidad infinita del universo es tanto más probable que existan otras civilizaciones a que estemos solos, a que seamos una especie de milagro – de chiripa – o una cosa única. De momento la ciencia escudriña donde puede, acá en nuestro sistema solar, buscando vida microscópica en Marte o en alguna luna de Júpiter y ese es un indicador del fuerte interés que despierta este tema en los científicos de la comunidad internacional. Si hay alguna vida inteligente allá afuera puede ser que evoluciono en un periodo distinto, hace millones y millones de años terrestres atrás, por tanto nosotros jamás llegaremos a conocerla, se especula mucho, puede que haya una por ahí, una igual de rudimentaria que la nuestra y por tanto le sea imposible comunicarse o saber que hacemos aquí, el pobre conocimiento del universo, las distancias siderales, todo eso limita cualquier exploración o contacto.

Poco a poco hemos ido conociendo programas como SETI que busca vida en los confines del cosmos, el trabajo del astrofísico Craig Siegan o la ecuación del rayo-astrónomo Frank Drake, resultan concluyentes respecto de la posibilidad que exista vida inteligente en el resto del universo, nuestro conocimiento de la física esta aun en pañales, no sabemos nada de la materia oscura – por ejemplo – pero quien sabe que pasara en 1 o 2 siglos más, quizás mañana, depende de nuestros saltos evolutivos en materia cognitiva y tecnológica. A saber, a comienzos del siglo XX el hombre voló en un avión de madera y telas, solo 5 décadas después un satélite ya circundaba la tierra.

¿Esta la especie humana lo suficiente madura para aceptar una realidad semejante? la pregunta es valida si consideramos que hay gente – millones y millones – en todos los lugares del globo que aun se escandalizan cada vez que ven a seres humanos de otra raza y color caminando por sus calles, como será entonces ver a una especie tanto o más inteligente que la nuestra, que tan extendido seria el caos social y económico si algo así ocurriera en poco tiempo más. ¿Cuál es la tabla valorica y moral de esta civilización que nos contacta?, ¿cómo son?, ¿que aspecto tienen?, ¿serán repulsivos?, ¿vivirán en el agua?, ¿cómo serán sus asentamientos?, ¿nos aniquilaran como a las hormigas?, ¿nos esclavizaran?, ¿nos pondrán en jaulas para hacer monadas?, solo como antecedente, pueblos aborígenes de América vieron en sus costas llegar a seres de otros mundos, seres extraños, venidos del mar y que vestían atuendos acerados, con cuchillos largos y bastones que disparaban invisibles bolas de fuego, eran más blancos, más altos, más delgados, tenían barba, montaban extraños animales, y todo ese orden social y cultural colapso.

Quien sabe, de momento se valoran los avances científicos experimentados en los últimos 10 años, avances que se tornaron más patentes con la apertura de archivos militares sobre el fenómeno OVNI en varios países del mundo – incluyendo Chile – apenas sabemos lo que hay en nuestros mares, poco tiempo atrás la humanidad completita se desayuno con el descubrimiento de agua en la luna, satélite natural situado aquí a la vuelta de la esquina. Una postura científica saludable y seria indica que nada, nunca nada se puede descartar a priori, ni si quiera la inteligencia y vida en otros planetas y mundos.