domingo, 30 de octubre de 2011

¿Quiénes son el lumpen?

Fascistas, ese comportamiento tuvo la barra de Colo Colo que hoy fue en patota al Monumental – unos 40 mil – y le pegaron a un cabro de 15 años sólo porque vestía una camiseta de Universidad de Chile, fascismo puro ¿es bueno ver a hinchas alentando a su equipo? claro que sí, lo que no me parece – en absoluto – es la violencia como canal de expresión y desahogo de las frustraciones personales, más censurable aún me parecen las apologías y los discursos panegíricos respecto de este tema. Mal que mal, el aliento de las barras no puede ser excusa para sacrificar la integridad de las personas que desean asistir a un espectáculo deportivo, menos para los desafortunados vecinos de un estadio; tampoco lo es la supuesta "necesidad" de sus hinchas por asistir a un partido una razón de peso para permitir el cogoteo – impune – en las inmediaciones de cualquier recinto.

Cierto es que muchos de estos hinchas provienen de sectores marginados de la sociedad chilena y que muchos han carecido de verdaderas oportunidades en la vida, pero en esto pido que tengamos bien puestos los pantalones y las polleras, de tal manera que podamos hacernos algunas preguntas que resultan urgentes mientras nos miramos al espejo, ojalá todas las mañanas y que no siempre resultan del todo cómodas si la respuesta revela nuestra dejadez y falta de entrega: ¿cuánto he hecho por mí mismo en esta vida? ¿cuánto hemos luchado y nos hemos esforzado por librarnos del cepo opresor que nos impone el determinismo de una sociedad como la nuestra? ¿usted cree que ellos se hacen estas preguntas?

Y sí, podríamos deslizar varias disquisiciones sobre la naturaleza sociológica del fenómeno y todos podríamos llegar a diagnósticos más o menos coincidentes, pero déjenme recordarles que hace más de un siglo había personas aún más desposeídas que las de ahora, aún más marginadas y pauperizadas, sin embargo, pese a la tuberculosis, pese al hambre y la indefensión, pese al olvido, la lejanía y los malos tratos, a pesar de las enfermedades, el analfabetismo y la mortalidad infantil, fueron capaces de articular un movimiento y sacrificar sus propias vidas en aras de la dignidad de los trabajadores, lo que ha permitido que algunos de ustedes tengan un horario laboral y reciban al menos – si, al menos – un salario en dinero y no en fichas. ¿Por qué diablos tendría que tener consideración por estos tipos, si ni siquiera la tengo con el lumpen de cuello y corbata?

¿Cuántos serán los pungas? ¿treinta?, ¿cuarenta? es cierto, siempre serán minoría, pero no vengamos ahora con tonteras, que todos sabemos bien cómo se involucran con los dirigentes y cómo es que engordan sus arcas. Además, me parece que hemos obviado un fenómeno que resulta aún más descorazonador que escuchar un informe radial que y lo reconozco, resulta tan lapidario con quienes creen que el respeto se prodiga según el color de una camiseta: la pobreza, otrora inminentemente proletaria, poco a poco ha trocado en una pobreza lumpen, todos sus valores, su mirada de mundo, su poder organizacional y sus principios reivincativos han sido lentamente erosionados por un capitalismo a ultranza que promueve conductas psicóticas y antisociales a todo nivel, en todas las clases.

Lo que ya parece francamente impresentable es que, en un saludable ejercicio de entendimiento de un fenómeno de alcance global, se justifiquen conductas criminales o se relativicen sus consecuencias, sin atender siquiera el peor efecto que genera la violencia en los estadios: la privatización del fútbol chileno, proceso que culminó con la compra de clubes por parte de los grupos económicos y que germinó con la apropiación de las graderías por parte de pindingas que poco quieren a sus equipos. Los que pierden, los que más pierden, después de todo, son los trabajadores que se ven imposibilitados de adquirir una entrada en tribuna Pacífico, simplemente porque no tienen el poder adquisitivo, ¿quiénes son los fascistas entonces? otra pregunta, por cierto: ¿dónde estaban esos buenos hinchas cuando uno o dos imbéciles privaron a Colo Colo de jugar en su casa, en su estadio, la final de la Sudamericana 2006?, ¿por qué nadie saltó y señaló al responsable de las pedradas que dieron en la cabeza del jugador de Gimnasia y Esgrima de la Plata?

No me pidan comulgar con los preceptos de una minoría lumpen, cuyo accionar – huelga decir – ya ha cobrado vidas en las afueras de los estadios, no lo haré nunca, se los dice alguien que por más de 6 años asistió a la galería norte del estadio – Garra Blanca – 6 años adentro, hasta que dije "basta" y por algo lo dije.