Ya se prepara la realización del primer congreso de ateos en Chile, la adhesión a sido lenta acaso por la timidez de los chilenos por salir de ese closet ideológico – lo que suele ser un proceso traumático – dada la fuerte censura que se le aplica a la gente que simplemente no creen en dios, Ala, Jehová o como quiera que se le denomine al caballero barbudo que creo – dicen – este mundo en solo 6 días. Aun hay padres que se sienten muy mal si uno de sus retoños les confiesa su ateismo y lo primero que se les viene a su cabecita es que si el cabro chico les salio ateo, quizás que valores retorcidos le va enseñar a mis nietos – sus hijos - ¿los bautizara? aunque no lo crean eso es tema, es que el ateismo preocupa – preocupa mucho – especialmente en las generaciones de avanzada edad.
Pinochet por ejemplo, fue bautizado y se autodefinía como “creyente religioso” y mire usted, por eso el congreso es en respuesta a la hipocresía llamada religión y fundamentalmente a esa excesiva gravitación de lo religioso en el ámbito publico, más aun si se considera que en este país la persecución y discriminación contra los ateos – si bien es solapada – existe, especialmente en el mundo laboral. Los ateos se sienten así, castigados por quienes creen ser portadores de una verdad suprema, dueños de la moral y como tal tienden a creerse moneditas de oro, en esta dialéctica el ateo responde con un ataque directo – verdadero – al relato bíblico, simples recopilaciones de pasajes sangrientos y crueles, una boba leyenda pastoril ambientada en el Oriente medio – por allá en el año del ñauca – devenida por sus representantes temporales en instrumento de dominio y opresión, hablo del mayor fraude de la historia – sin duda alguna – y con efectos permisivos como todas las otras, la musulmana, la judía, la de acá y la de más allá, todas las religiones son bazofias pura y dura. Cada quien es libre – por supuesto – de creer en dios, nomos, quetzalcoatlus, unicornios y odin en su fuero interno, pero en Chile el poder espiritual parece estar por sobre el secular y laico, ese arribismo ingénito de los chilenos propicio vuelcos a posiciones más extremas y esa referencia excesiva hacia el pensamiento religioso.
El ateismo se ha tornado antirreligioso y anticlerical, según algunos sabihondos – apostólicos, católicos, romanos – es mucho más difícil tratar con un ateo que con un agnóstico, a estos sabelotodo les molesta esta “corriente deicida” que la aprecie en el mundo ateísta. Los ateos militantes no serian tan duros si los creyentes – en su cruzada frente al relativismo moral – no fueran tan metetes e impusieran sus dogmas al resto de los mortales muchas veces premiando políticas publicas en materia de salud, educación o familia, incluso en un minuto de alucinante estupidez boicotearan expresiones artísticas como ocurrió con Iron Maiden, la negativa de entregar la píldora del día después, la oposición al divorcio y el aborto terapéutico, la igualación de la teoría evolutiva de Darwin con la teoría creacionista, no, si son tantas cosas, una tras otra.
Al final del día tanta cosa no son más que manotazos de ahogados, de cosmogonía en curso de colisión con la modernidad, ahogados y enceguecidos por la luz del conocimiento. ¿Qué hay con el CENSO? el CENSO, de veras, que revelara el CENSO que se viene, seguirán los chilenos siendo tan creyentes, dudoso, el mundo ateo pugna por salir a la luz – no la divina – en manos de científicos de renombre que proselitismo mediante se han declarado en guerra ante tanta superchería y embuste, ante el retraso y el oscurantismo de las sociedades confesionales, ante la resignación y la pereza intelectual, ante las limitaciones de la necesidad de búsqueda que permita ganar trinchera al pensamiento mágico religioso. Nada peor que escuchar a jefes de estado, políticos, autoridades de pías invocando de tanto en tanto la “ayudita” de algún ser celestial, algo muy impropio en democracias seculares.