Sin los ágiles de la prensa cómo sabríamos ahora lo que se discute en el Parlamento respecto de la educación, de que manera podríamos enterarnos de los múltiples e irreparables perjuicios que generan muchos proyectos de inversión, tanto en lo económico, como en lo social y ambiental, cómo habríamos sabido de Ralco Lepoy, cómo sabríamos de narcos mexicanos, de los terribles padecimientos de las mujeres emigrantes que van en busca de un sueño a Estados Unidos, de los planes espurios de gobiernos de tono signo y color – incluidos los nuestros – de matanzas brutales perpetradas por las tropas de USA en Vietnam o Afganistán, también las de Siria, quizás Richard Nixon hubiera seguido en su cargo.
Los regimenes y gobiernos de todo el mundo, las malas empresas, las atrapias, harían lo que se les viniera en ganas, por eso en muchos países matan y torturan periodistas, hoy en día aquí en Chile se advierte un progresivo deterioro entre la relación de carabineros y medios de comunicación, es obvia la desprotección diaria que brindan a los medios en actividades de cobertura. Se ha tomado un camino muy malo, ya no es coincidencia que en cada marcha, trifulca o manifestación, los pacos las emprendan contra la prensa, un periodista de Chilevision sufrió el rigor de Fuerzas Especiales en la marcha del pasado 6 de octubre, requirió la identificación del efectivo que agredió sin motivo a su camarógrafo y en respuesta lo subieron a la nunca bien pondera “cuca”, por eso el canal de televisión se querellara en los próximos días.
La madurez cívica esta gravemente en entre dicho, que duda cabe también que la relación de carabineros con los medios de comunicación no pasa por su mejor momento, todo esto a partir de múltiples denuncias por casos de corrupción, maltrato, abusos y hasta asesinatos, claro, disfrazados de condoros o en defensa propia. Existen carabineros que en cierta forma ven a su institución como algo sagrado, en la que no cabe posibilidad alguna de que haya ovejas negras y prevalece cierta reluctancia al considerar su labor como una profesión y no como un voluntariado o la acción desprendida y apostólica por bolitas de dulce, es un trabajo, ellos saben de que se trata, nadie obligo a sus integrantes a ingresar a la institución. Demás esta recordar, que a cambios de riesgos asumidos – que tampoco son tantos – tiene en sus efectivos el goce de un sistema provisional que ya nos quisiéramos el común de los chilenos, que sobrevivimos y pagamos impuestos.
Y el Ministerio del Interior que mono pinta en todo esto, ninguno, esta actualmente peleado con todo el mundo, con jueces, fiscales y parece que también tiene con los periodistas, que en su obligación de informar sobre hechos de interés, han destacado la ineptitud de su trabajo en seguridad publica, la que es un fiasco por donde se le mire, es un hecho objetivo porque la sensación del mal manejo ya se a generalizado, hay números, hay cifras, hay comparaciones y hay gráficos. No es algo antojadizo de los medios, ni algo que le ocurrió a Gómez-Pablos o Iván Valenzuela, aquí el ministro Rodrigo Hinzpeter, algo deberia decir.
Pasa siempre en dictadura o en democracias insanas, las que a veces con artilugios legales ponen el pie encima a los medios que tienen una línea editorial diferente o crítica, a veces ni siquiera eso, a veces es solo el castigo a la exposición publica de hechos relevantes para la salud de una democracia y que no le son favorables del todo al gobierno de marras. Cuando desaparece el pluralismo y el respeto a la libertad de acción o bien predominan medios obsecuentes, los que ofician de propagandistas de un régimen, significa que todo esta perdido y entonces el concepto llamado “democracia” a dejado de existir.