Primero que todo – antes de comenzar a escribir – debo decir lo que pienso acerca del tema que abordare: la virginidad; en mi opinión – humilde por cierto – esa “cualidad” después de los 25 años, no tiene nada de virtud, todo lo contrario, ser pura(o) y casta(o) después de 2 décadas y medias de vida, debe ser el peor de los castigos – y hablo muy en serio – Segundo, todos los que encajen con esta definición ¿qué están esperando? tienen que desvirginarse y tienen que hacerlo ya, no mañana, no pasado, ni en un rato, háganlo ahora mismo – una vez que terminen de leer la columna – no pierdan más tiempo, es bueno que se enteren – de una buena vez – que el sexo es una excelente actividad recreativa, física y emocional, donde cada quien pone el acento en cualquiera de estas 3 cualidades. En tercer lugar, si yo fuera virgen, sin duda me colgaría de algún poste del tendido eléctrico hasta apagar mi triste existencia o hasta quedar sin conciencia de mi estado virginal.
Para mi suerte, no lo soy, pero conozco personas que si, existen, ahí están, entre nosotros, y lo llevan de lo más normal, de hecho, hace no mucho conocí a alguien así, a una victima del destino, y tuve que darme un cachuchazo para convencerme que de verdad queda gente virgen a esa edad. La mina tenia todo un cuento con el tema, así lo comento ella misma en la comida de un amigo – a la cual fui cordialmente convidado – tenia esos gestos de pánfila inconfundible, mezclado con sus caras indescriptibles, mientras muchos contaban sus turbiedades, y ese discurso de mujer sacrificada y alejada de todo placer carnal. Su nombre era Gislaine – un nombre a lo menos insinuante – como toda persona que practica algo que la mayoría no, se mostraba peculiar y extraña, pero más allá de esas características, me pareció increíble la firmeza de su discurso, aseguraba que era absolutamente posible ser virgen a los 25 años, que sin ir más lejos ella tenia 29 y que aun ningún macho la hacia gritar “viva Chile”. Fue una declaración que nos sorprendió a todos.
La vida de Gislaine, como explicarlo, era una verdadera fabula, un cuento de principio a fin, la pobre tipa se pasaba todo el día en su departamento – con una cara de perna atroz – esperando la llegada del príncipe azul, pero por más que esperaba, este no llegaba, ni azul, ni rojo, ni violeta, ni amarillo, simplemente no había príncipe para ella, aun así e increíblemente, la mina mantenía la fe. Todos le repitieron, casi como el coro de Viena, que era rematada de tonta, ella replico que su amado no tardaría mucho más en llegar, total que son 29 años, me pregunte y le sonreí. Supongo que como buena virgen, Gislaine, siempre había idealizado el sexo y eso le había hecho perder unas cuantas neuronas, se le han de haber quemado por la calentura reprimida.
Ella soñaba, soñaba con sabanas blancas, de sedas – obvio – y desayuno con tostadas y juguito de naranjas recién exprimidas, llevado a la cama por su príncipe, por lo mismo guardaba su flor, porque creía que ese momento seria tan especial, que no cualquier gil era digno de acostarse con ella, esa – no otra – era la verdadera razón de su sacrificio. Por increíble que parezca, Gislaine no es la única, no esta sola en este mundo cruel y carnal, existen mujeres – hombres también – que creen que manteniéndose puras y castas, serán más respetadas por el sexo opuesto. La pregunta cae de cajón ¿sirve de algo? realmente la mina ganara algo haciendo tamaño sacrificio, yo creo que no, estoy seguro de aquello, ni si quiera me explico como ha podido resistir tantos años.
Bien entrada la noche – ya con unos tragos encima – Gislaine se fue soltando, en el buen sentido, incluso se atrevió a confesar que no hace mucho quedo completamente desnuda frente a un tipo que le gusta mucho, pero cuando llego la hora de los que hubo, no fue capaz y reculo. Contó también que cuando salio de 4º medio se emborracho a tal punto, que se encamo con un compañero, pero también se arrepintió. Es raro, la mina reconoció que se excitaba – como cualquier ser humano – que le pasaban cosas, que sentía esos mareos y se ponía muy vulnerable, lo que sucede es que “me se guardar y parar en el momento justo”, dijo riendo, sonrojada.
Cual es el merito de Gislaine – si tiene alguno – ¿convicción?, solo ella puede responder esa pregunta. Por mi parte, después de haber compartido una comida y un par de tragos con ella, he reafirmado lo que siempre he sostenido, ser virgen después de los 25 – pongámosle 27 – es casi imposible, es casi una utopía en estos tiempos, es bien difícil, y no porque no se pueda, sino porque para lograrlo, debemos renunciar a algo absolutamente natural. Espero, por el bien de Gislaine, que su príncipe azul llegue algún día, aunque esta difícil, no creo que aquel descendiente de la realeza, quiera en su reino a una doncella con tantas manías y trancas, finalmente hablamos de sexo, nada anormal, nada de otro mundo, lise y llanamente sexo.