sábado, 23 de abril de 2011

Por qué va cambiar.

No, no junta ni pega, no es, no cuaja, definitivamente algo le falta. Pero que va, no fueron precisamente su chispa, su simpatía ni su arrolladora personalidad los atributos que vimos en él la mitad mas uno, la mayoría fue capaz de votar por él debido a que fue capaz de pintar un cuadro más colorido que la Concertación y punto, ofreció mayor prosperidad, solución de los problemas estructurales de Chile, también era más novedoso y he aquí uno de sus problemas, tratar de ser lo que no es, en circunstancias que usa su coeficiente intelectual que supera por largo el de la media.

Unos dicen que no escucha, que es calculador y por lo tanto un excelente inversionista, que su lealtad es dudoso por cambiar de equipo cuando grande y dale que dale, lastimosamente se advierte en el presidente Piñera esa falta de espontaneidad que a menudo le conduce al desatino y todo eso mezclado con esa necesidad de ser querido – extraña obsesión – es que la figura presidencial a quedado expuesta a la mofa y a la caricatura. Consecuencias, a diferencia de lo que pasaba en la Concertación el presidente Piñera con su temida omnipresencia a terminado por blindar al gobierno y minar su popularidad, así lo demuestran las encuestas que tanto le gustan.

El resto es challa, en el oficialismo hay cierta bronca por las ridiculizaciones, incluso se llega a decir que se ha irrespetado la institucionalidad y aquí les falla la memoria porque las críticas a la gordi – presidenta Bachelet - entraban derechamente en el campo de la descalificación, no era lo que hacía si no lo que era, había públicamente quienes se reían de su robusta complexión, lo hizo el diputado UDI José Antonio Kast a fines de 2006, cuando al hacer el balance del primer año de gobierno de la mandataria dijo que si daba el “ancho” pero no la altura.

Pero todo esto raya en lo infantil, porque los presidentes más admirados, más influyentes, los que grabaron a fuego sus nombres en la historia nacional no se caracterizaban precisamente por ser tipos simpaticones, muy por el contrario eran más bien espesos, más temidos que amados. Si uno quiere humanizar a una figura política que mejor que aprenderse a reír de uno mismo, así nos anticipamos y ayudamos a matar el chiste con el que pretendían sorprendernos, nosotros, es un indicador de salud, de conciencia, señal de auto crítica, de superación y por último presidente nunca es triste la verdad en lo que no tiene remedio, total ellos se lo pierden su excelencia, siga así fuerte y derecho.