jueves, 17 de septiembre de 2009

Con licencia para defraudar

Nada mas adecuado para la semana que vivimos – chilenidad absoluta – que la sinverguenzura que campea con tanta soltura y frecuencia, como fondas y empanadas. La frescura y el robo ya son parte de nuestro “patrimonio nacional” en muchos casos, asumámoslo de una buena vez. Tenemos desde el típico “cogoteo”, pasando por los “alunizajes”, la piratería en cada esquina hasta las licencias medicas.

123.000 licencias en 3 años, extendidas solo por 16 “matazanos” los que hace tiempo olvidaron además del juramento de Hipócrates, poner una simple inyección o cual es la dosis exacta de paracetamol para una jaqueca. Si lo prefieren puedo decir que solo 1 de estos mal llamados médicos dio 17.000 licencias en 1 año. Más brutal aun, 30 licencias diarias es el record de estos doctores.

Gran negocio – que duda cabe – mucho más sencillo que hacer medicina, obvio, Además mucho menos riesgoso. El problema es que estos inescrupulosos, por minoría que sean, hacen un tremendo daño y no solo a su profesión. El daño es para todos los chilenos, porque encarecen el sistema al estar este basado en un seguro medico, por lo tanto como cualquier seguro, a mayor siniestralidad – a mayor uso – mas caro es.

Volver a la colegiatura obligatoria es peligroso, puede prestarse también para abusos. Muchas veces los colegios profesionales se politizan demasiado y esto puede prestarse para que algunos queden afuera y otros dentro, sin comparar pro y contras. Un término medio seria la mejor solución, entregar a los colegios profesionales o en algunos casos una “tuición ética” puede ser muy interesante y muy útil, porque de esta forma los más frescos, serán sancionados por sus propios pares cuando falten a la ética profesional. Se podría terminar con algo que es insólito, a pesar de que médicos han sido sorprendidos cometiendo el delito de la entrega desmedida de licencias médicas, siguen ejerciendo como si nada y lo que es aun peor, siguen recibiendo talonarios de estas sin ninguna clase de cuestionamientos.

Hay algo que hacer y es urgente, no solo por la honestidad y el prestigio de los buenos médicos. También por todos nosotros que costeamos este delito – con esas sorpresivas alzas en nuestros planes de salud – y porque este sistema por antiguo y burocrático no es capaz de hacer la diferencia entre los “cara de raja” de los que son honestos, que sin duda han de ser mayoría.