Una de las derivadas más populares de los análisis de la encuesta CEP se centra en los atributos de los candidatos y la percepción de la gente sobre las fortalezas y debilidades de los aspirantes a La Moneda. ¿Pero están los chilenos decidiendo su voto a partir de los atributos y habilidades que ven en los candidatos? ¿O es que una vez que deciden su voto los electores de pronto comienzan a ver que su candidato es mejor que los otros en todos los atributos posibles?
En la reciente encuesta CEP, al evaluar cuál de los candidatos da más confianza para enfrentar la crisis económica mundial, la salud, delincuencia, educación o desempleo, el candidato de la Alianza, Sebastián Piñera, lidera sólidamente. En una encuesta comparable de agosto de 2005, Michelle Bachelet también lideraba en casi todas las categorías. Pero en delincuencia, era superada por Joaquín Lavín, mientras que en crecimiento económico empataba con Piñera. Un análisis detallado de esa encuesta indica que los votantes que querían votar por Bachelet tendían a darle una mejor evaluación en casi todas las categorías. Lo mismo sucedía con los adherentes de Lavín y de Piñera.
Aunque los votantes de Bachelet creían que ella lo haría mejor en casi todo, sólo un 63% pensaba lo mismo respecto de la delincuencia. De los votantes Bachelet, un 23% creía que Lavín lo haría mejor en ese ítem y un 9% pensaba que Piñera. De la misma forma, un 23% de los que votaban Bachelet creía que Piñera lo haría mejor en crecimiento económico.
Los votantes de Bachelet estaban dispuestos a reconocer que su candidata no lo haría mejor que sus rivales en varios aspectos. Pero igual la preferían sobre los otros para que condujera el país.
Donde sí parece que los votantes cierran filas marcadamente por sus candidatos es en las evaluaciones subjetivas. En 2005, ante la pregunta de si los distintos presidenciables estaban preparados para gobernar, los votantes mayoritariamente tendieron a responder de acuerdo con su intención de voto. Pero la votación de Bachelet parecía ser la menos racional. Ante la pregunta de cuál candidato estaba más preparado para ser presidente, un 80,9% y un 86,3% de los votantes de Piñera y Lavín, respectivamente, mencionaban a su candidato. En el caso de Bachelet, esa cifra bajaba a 77% entre sus adherentes.
Al momento de identificar al candidato más honesto y confiable, un 87,7% de los votantes de Bachelet mencionaba a su candidata. Un 86,5% de los de Lavín lo veían a él como el más honesto, y en el caso de Piñera, la cifra bajaba a 75%. Ante la pregunta de cuál era el candidato más creíble, un 87,7% de los votantes de Bachelet la mencionaba a ella. Un 80,9% de los votantes de Lavín lo nombraba a él y sólo un 76,2% de sus votantes mencionaba a Piñera.
En la encuesta de noviembre de 2005, realizada a sólo semanas de la elección presidencial, Bachelet cayó en casi todos los atributos duros y blandos. Y si bien el UDI y el RN la alcanzaron y superaron en varios atributos duros, ella mantuvo su liderazgo en todos los blandos, especialmente: honestidad (40%), sensatez (41%) y preocupación por los problemas reales del país (41%). En esos duplicaba a sus rivales.
En la reciente encuesta, Piñera aparece mucho más sólido en los atributos duros que en los blandos. Su liderazgo a la hora de medir habilidades es notorio. Pero en los atributos blandos, precisamente aquellos que llevaron a Bachelet a ganar la elección, Piñera es menos sólido. Tanto Frei como Enríquez-Ominami le compiten en esa área.
Al decidir cómo votar, los electores parecen combinar elementos subjetivos y objetivos. Los atributos duros son importantes, pero no son los únicos determinantes. En 2005, los chilenos querían enviar a la presidencia a alguien que estuviera capacitado, pero no bastó con tener cualidades de gestión. Bachelet ganó porque dominaba ampliamente en los malamente llamados atributos blandos, algunos de los cuales reforzó Piñera en esta encuesta.
Esos atributos son los que definen el carácter y la naturaleza de las respuestas presidenciales ante desafíos que implican mucho más que tener las habilidades técnicas para desempeñar bien su tarea.
En la reciente encuesta CEP, al evaluar cuál de los candidatos da más confianza para enfrentar la crisis económica mundial, la salud, delincuencia, educación o desempleo, el candidato de la Alianza, Sebastián Piñera, lidera sólidamente. En una encuesta comparable de agosto de 2005, Michelle Bachelet también lideraba en casi todas las categorías. Pero en delincuencia, era superada por Joaquín Lavín, mientras que en crecimiento económico empataba con Piñera. Un análisis detallado de esa encuesta indica que los votantes que querían votar por Bachelet tendían a darle una mejor evaluación en casi todas las categorías. Lo mismo sucedía con los adherentes de Lavín y de Piñera.
Aunque los votantes de Bachelet creían que ella lo haría mejor en casi todo, sólo un 63% pensaba lo mismo respecto de la delincuencia. De los votantes Bachelet, un 23% creía que Lavín lo haría mejor en ese ítem y un 9% pensaba que Piñera. De la misma forma, un 23% de los que votaban Bachelet creía que Piñera lo haría mejor en crecimiento económico.
Los votantes de Bachelet estaban dispuestos a reconocer que su candidata no lo haría mejor que sus rivales en varios aspectos. Pero igual la preferían sobre los otros para que condujera el país.
Donde sí parece que los votantes cierran filas marcadamente por sus candidatos es en las evaluaciones subjetivas. En 2005, ante la pregunta de si los distintos presidenciables estaban preparados para gobernar, los votantes mayoritariamente tendieron a responder de acuerdo con su intención de voto. Pero la votación de Bachelet parecía ser la menos racional. Ante la pregunta de cuál candidato estaba más preparado para ser presidente, un 80,9% y un 86,3% de los votantes de Piñera y Lavín, respectivamente, mencionaban a su candidato. En el caso de Bachelet, esa cifra bajaba a 77% entre sus adherentes.
Al momento de identificar al candidato más honesto y confiable, un 87,7% de los votantes de Bachelet mencionaba a su candidata. Un 86,5% de los de Lavín lo veían a él como el más honesto, y en el caso de Piñera, la cifra bajaba a 75%. Ante la pregunta de cuál era el candidato más creíble, un 87,7% de los votantes de Bachelet la mencionaba a ella. Un 80,9% de los votantes de Lavín lo nombraba a él y sólo un 76,2% de sus votantes mencionaba a Piñera.
En la encuesta de noviembre de 2005, realizada a sólo semanas de la elección presidencial, Bachelet cayó en casi todos los atributos duros y blandos. Y si bien el UDI y el RN la alcanzaron y superaron en varios atributos duros, ella mantuvo su liderazgo en todos los blandos, especialmente: honestidad (40%), sensatez (41%) y preocupación por los problemas reales del país (41%). En esos duplicaba a sus rivales.
En la reciente encuesta, Piñera aparece mucho más sólido en los atributos duros que en los blandos. Su liderazgo a la hora de medir habilidades es notorio. Pero en los atributos blandos, precisamente aquellos que llevaron a Bachelet a ganar la elección, Piñera es menos sólido. Tanto Frei como Enríquez-Ominami le compiten en esa área.
Al decidir cómo votar, los electores parecen combinar elementos subjetivos y objetivos. Los atributos duros son importantes, pero no son los únicos determinantes. En 2005, los chilenos querían enviar a la presidencia a alguien que estuviera capacitado, pero no bastó con tener cualidades de gestión. Bachelet ganó porque dominaba ampliamente en los malamente llamados atributos blandos, algunos de los cuales reforzó Piñera en esta encuesta.
Esos atributos son los que definen el carácter y la naturaleza de las respuestas presidenciales ante desafíos que implican mucho más que tener las habilidades técnicas para desempeñar bien su tarea.