domingo, 12 de diciembre de 2010

¡Abran las puertas!

¿Por qué tanto rostro compungido?, ¿por qué tanto esa mano golpea contra su pecho? si siempre hemos querido que esa gente mala y además mal espectada, mas pobre se pudra en una pocilga con rejas. Porque solo ellos van a parar a ese muladar, la gente de pelo y apellido no va a esos lugares, es mas, nunca nada les ocurre.

Se dice que rivalizamos con Estados Unidos en el número de presos percápita, país con el que además compartimos varias estadísticas. En la casa del tío Sam la desigualdad a crecido de manera preocupante, existen altos índices de exclusión social, la repartición de la torta es mala, el acceso a la educación y a la salud también dependen del dinero que se lleve en los bolsillos. Hay una fractura social inmensa y eso se refleja en su crisis carcelaria, que a la larga son la misma cosa en la nación reina de las hamburguesas o en nosotros sus mas cercanos perseguidores.

Así somos Estados Unidos en Latinoamérica, pero de papel, bastante más charcha, elegimos vivir así. También nos drogamos porque vivimos para trabajar y la felicidad esta llena de amargura y frustraciones, con drogas mas rascas claro esta, también tenemos nuestro CONACE que es bastante mas picante que el de ellos, con políticas antidrogas fracasadas e hipócritas. Somos alumnos aventajados a tal punto que ya muchos aquí son partidarios de poner detectores de metales en nuestras escuelas, aunque nuestros colegios valen hongo al lado de las monstruosas infraestructuras de gringolandia.

Si ya le duele el pecho de tanto golpearse, usted, todos y yo sabemos que este penoso acontecimiento será olvidado, el mal recuerdo no pasara el cedazo de las compras de fin de año y esas calidas borracheras en las noches de fiesta, la hoguera que encenderemos con alcohol para quemar los malos momentos que hicieron de este 2010 un año lleno de emociones intensas, que duda cabe. Además hemos entrado en la discusión cual American Citycen, cuantos metros mas o cuantos metros menos por recluso, Chile esta dispuesto a ir al fondo de los problemas, la respuesta es no, pasan y pasan los años y nada o muy poco de lo que debió hacerse – ir al origen de todo – no se hace ni se hizo con la pavorosa situación carcelaria del país, esa que huele a pichi, a caca que tapa el sumidero de la tina, a sodomía y paliza, a narcotráfico… es el costo de un creciente desprestigio de la cosa publica, un desprecio total por la educación publica, por la vivienda publica, por el espacio publico, por la salud publica y hasta por los servicios públicos.

Esta cultura aspiracional de consumo cuya premisa es “gana o te ganan” permiten legitimar algunas conductas antisociales, de hecho con nuestro espejo mundial – Estados Unidos – tenemos similares índices de criminalidad, delincuentes malandras aunque arto mas rascas y los crecientes gastos en que incurrimos para la seguridad de nuestro hogar, también están esos políticos “vivos” prestos a sacar provecho cuando la preocupación se centra en la guerra contra la delincuencia, todas las otras necesidades de fondo que causan este mal pasan a segundo plano y todo plan represivo es abalado para controlar las demandas sociales.

Seamos honestos, con esa misma mano que a golpeado su pecho los últimos días, póngala en su corazón y reconozcamos que no haremos nada para cambiar todo lo antes expuesto, entonces al menos deberíamos encerrarnos de mejor manera, construir mejores cárceles. Pero lo más importante, siga viviendo con miedo, asi habra mas concesión de cárceles, así privatizamos la solución, ponga el intensivo perverso de tener gente detrás de las rejas.

A tomar en cuenta estos acontecimientos, la descomposición es fuerte, hay niños que pronto crecerán e irán a parar a centros de menores, mocosos que en sus dibujos ponen a “los pacos o los tiras” como los villanos de la película, de seguro aparecerán mas noticias que revelaran la precariedad del sistema carcelario chileno, lo que consideramos una letrina para descargar nuestra mierda, incendios, motines, escapes, heridos mas, heridos menos, casos de corrupción, el suicidio de un psicópata que debía pasar los próximos 40 años a la sombra, la contaminación de cabros primerizos en sus celdas, la reincidencia de un preso al que por cierto nunca daremos empleo, que tendría que hacer en esta “sociedad avanzada” quien ni siquiera tiene educación secundaria completa, trabajar por el mínimo, no sea tonto, ellos están acostumbrados al dinero fácil. Siempre la cosa ha sido así y lamentablemente no creo que cambie hoy, ni mañana.