Energía nuclear en Chile, un tema para asustarse. Si bien Japón no es una sociedad perfecta, está lejos pero si tiene una virtud – en realidad varias – en rigor su disciplina, seriedad, excelencia en el trabajo, esos tipos son perfeccionistas enfermizos. Energía nuclear en Chile, sí; si se lo proponen lo van a lograr porque la institucionalidad ambiental en nuestra nación sigue en pañales, ya le puedo asegurar que el proyecto seria calificado de molesto pero el lobby será intenso y muy efectivo.
No es llegar y chantar una central en cualquier parte, primero se precisa de fuentes de agua para enfriar el reactor, o sea olvídese que será construida en algún lugar de nuestro enorme desierto. Así que Cumpeo la tierra de Condorito sería un buen lugar, muchos ya imaginan el panorama, una danza de regalitos, donaciones para la municipalidad, asados, camisetas para el Atlético defensor de Cumpeo, todo eso que en Chile se estila hacer bajo el nombre de “responsabilidad social de la empresa” lo que según muchos han hecho en Hidroaysén e Isla Riesco en el sur del país, en realidad en todo el mundo.
La normativa está hecha para facilitarle las cosas a los inversores que vienen a negociar así que cualquier cosa se aprobara a sabiendas de sus peligros y del daño que puede provocar, fijo que el estudio de impacto ambiental será cojo y sesgado, donde de seguro no serán incluidas algunas variables de suma importancia, en Chile es muy común que quienes deciden dejen afuera esas consideraciones de fondo. Los japoneses construyen sus centrales nucleares bajo los más altos estándares de seguridad y su cultura penaliza la chacota y ve el choreo cómo un deshonor insufrible, aun así las centrales dieron problemas. No quiero pensar que queda para nosotros, la garantía no es plena en nuestro país si vemos lo sucedido en el hospital de Curepto, donde al parecer termino Luly de arquitecto y muchos otros se fueron por dentro con los materiales y el billete, porque construir en este país – cualquier cosa – es un negocio que mueve mucha plata y créanme que agarra hasta el gato.
Es sorprendente lo que hemos visto en Japón, los japoneses y no le quepa ninguna duda saldrán de esto, les han tirado 2 bombas nucleares y ahí están, es más, Japón será un muy buen ejemplo, un punto de comparación con lo que se haga aquí – un espejo ideal – y de seguro será paupérrimo ver cuánto calzamos los chilenos, si nosotros campesino del pan amasado, que vivimos a medias en contra de los nipones que representan el futuro. Es impresionante la entereza de esa nación para enfrentar una catástrofe, como se organizan para buscar a los desaparecidos, para distribuir la ayuda, como se organizan las comunidades que habitan cerca de las plantas nucleares, como evacuaron en tiempo record. La pregunta cae de cajón, como sería la reacción de los chilenos ante una emergencia nuclear, yo solo encuentro una respuesta, histeria colectiva.
Como para él año 2025 es muy probable que Chile ya este privatizado, es cosa de imaginar cómo andaría la entrega de insumos para ayudar a los contaminados por una posible radiación. Pero hay una parte que todos pasamos por alto que es qué hacer con los residuos radiactivos, que ira pasar con esa cosa peligrosa que se llama Plutonio cuyo traslado es lo que más encarece este tipo de energía, aquí no sería raro que tiren el Plutonio en un tambor metálico soldado a medias y que luego lo tiren en algún vertedero en Til-Til. Después empiezan a nacer niños con malformaciones y aparecerá el Ministro de Salud diciendo que se harán mediciones, que se trasladara al pueblo, comenzaran sumarios eternos, comisiones investigadoras, consiliaciones económicas de poca monta y nunca – léalo bien – nunca habrán responsables porque nuestro Chile es un país hermoso pero de gente desconcertada y poco responsable.
Chile con energía nuclear me suena muy peligroso, más peligroso que mono con navaja, primero aprendamos a pavimentar nuestras principales avenidas y las que no lo son, enseñemos a nuestros pergenios a hablar de corrido y saber a lo menos sumar, restar, multiplicar y dividir, empecemos por ayudar a las personas no videntes a cruzar la calle o simplemente a decir “buen día” cuando llegamos a un lugar.