sábado, 14 de enero de 2012

Chicureo, ¿cuanto tienes cuanto vales?

He escrito columnas sobre diferentes tipos de conducta que tenemos los chilenos y que creo redundan en un perjuicio social en el país. El chaqueteo, el pesimismo – que inunda en la mutilación de cuanta ala emprende el vuelo – eso de pelar por atrás lo que se aplaude por delante, son parte de las cosas que se materializan en el ámbito público.

Cosas que llegan a la política y a la discusión publica, base de una democracia que es directa y que debe utilizar el lenguaje, la comunicación y la persuasión como herramientas civilizadas de lo que es común a todos. Ninguna de estas conductas – probablemente – es más perniciosa que el estereotipo y el prejuicio, la mirada desdeñosa sobre el otro, la caracterización de las personas como si estas fueran insectos, se ha visto por años en la política donde el de la vereda de en frente es facho, comunacho, roto, cuico, flaite y hasta pelo lais, lo vemos cuando etiquetamos a sectores en general por lo que son conductas puntuales, cuando señalamos a toda la población La Legua porque aparece en paginas policiales, cuando miramos a todos los extranjeros por lo que uno nos hizo – más bien por lo que supimos le hizo a otro – cuando miramos a personas que tienen un estrato social distinto, y de acuerdo a como se comporta, como habla, como se conduce por diferentes temas somos capaces de etiquetar y calificar a la persona en su integridad.

Es lo que esta pasando – ahora – con lo que ha ocurrido en Chicureo, este lugar es la ultima cadena, el ultimo eslabón de un largo enjambre de prejuicios y estereotipos. Hay condominios privados que tienen reglamentos estupidos, insensatos, sin duda que los hay, pero existen en todas las comunas, existen en todos los reglamentos de condominios privados donde hay prohibiciones que son francamente cosas del siglo pasado. Es Chicureo un lugar donde solamente viven personas que tratan mal a sus nanas, y que lise y llanamente no quieren que se mezclen con ellos, claro que no, eso no es verdad, es un pueblo – con poca gente – que ha escogido vivir de una manera distinta al resto de la ciudad, que tiene si condominios, muchos de los cuales usan las reglas establecidas para zonas privadas, los que incluyen – en el caso de las reglamentaciones más imbeciles – el cuestionar, etiquetar, separar a las personas de acuerdo a cual es su condición social, por su tipo de trabajo o su origen de país, pero eso no es Chicureo, que a pesar de ser pequeño, es mucho más basto que las fotografías que se ven. Son un par – 3 o 4 – condominios como deben haber muchísimos más en otras comunas que buscan lo mismo, separar, diferenciar, discriminar por razones que no tienen que ver con los meritos, el talento, la buena onda y el respeto.

Las mismas personas – algunas de ellas al menos – que han incentivado estos tipos de reglamentación se deben referir a otros lugares, como hoy día están sintiendo y se quejan que se hable de ellos mismos. Probablemente muchos de los que abrazan estas reglamentaciones y las hacen ley – en la práctica – cuando se refieren a la población La Legua, La Pincoya, La Victoria o El Castillo, hablan de eso como si esos fueran un solo lugar, y hubiera un solo tipo de gente y todos con el mismo comportamiento, tal cual como lo han visto, se los han explicado o lo quieren creer, y ahora padecen – en carne propia – una suerte de categorización por el hecho de vivir en Chicureo.

Todos – absolutamente todos – debiésemos estar un poco más atento al respeto hacia los otros y de los otros para con nosotros, y quizás lo que se puede sacar como conclusión de esto que ocurre es que la discriminación abunda, es cierto, la segregación abunda, también es cierto, pero mucho más dañino que eso es esa intención de no dar oportunidad, de no dar chance a conocer directamente a las personas, a saber y comprender exactamente cual es su realidad de vida y ha no optar por el camino fácil – el más cómodo al menos – de tirar una línea recta entre lo que se ha conocido estos días y suponer que todo el resto por vivir donde vive, de pensar como piensan, de tener el estatus socio-económico que tienen son exactamente igual que la anomalía, la excepción, que nos cuentan los medios de prensa hoy.