La discriminación en Chile sigue siendo tema vivo, ayer se presento un recurso de protección – por la ONG Justa Causa – en beneficio de las asesora de hogar, jardineros y otros trabajadores del condominio El Algarrobal de Chicureo, ya sea que presten servicios de manera habitual o que tengan que acercarse al lugar de forma ocasional. Eso a raíz de la circular donde se prohíbe caminar libremente a las personas ajenas a ese lugar donde incluso su ingreso debe hacerse en vehículos de acercamiento – con un costo de $600 – esto sucede porque parte de los dueños presumen que quienes prestan servicios – a ellos mismos – estarían predispuestos a robar o datear a delincuentes.
En consecuencia se presento el recurso legal porque se ha violado la presunción de inocencia, por tener bajo permanente sospecha a las personas que cuidan de sus niños y que mantienen su hogar mientras ellos sales a trabajar. Se niega la igualdad ante la ley, al presuponer que cierto tipo de personas por su trabajo tienen características de potenciales delincuentes y por otro lado se afecta el honor, se afecta su integridad. Por lo tanto el recurso de protección presentado busca que el propio condominio corrija la situación – como ha ocurrido en otros condominios – y todo esto quede en nada, logrando reestablecer una convivencia mínima. Ahora, no se cierra la posibilidad de seguir una acción penal por injurias y calumnias.
Este clima de discriminación, de dudas, de atribuir intenciones o peligros – supuestos o reales – es un tema que viene desde hace rato en la sociedad chilena, algo que ya es parte del carácter y de la cultura nacional, la desconfianza, y junto con eso hay un clima de jerarquía creciente, de unos sobre otros, donde se apela más al orden que a la libertad de acción, a la formalidad que al contenido, todo esto forjado por un modo de ser y donde la segregación de agudiza con el paso del tiempo. Hubo una época donde el país había entrado en una tendencia más democrática, donde había una sociedad más igualitaria por lo menos en derecho – en los aspectos formales de la ley – pero en los últimos años se ve que las ciudades de Chile tienen sectores para algunos, sectores para otros, no hablemos de las comunas, sectores para unos, sectores para otros también, barrios para unos y para otros con un nivel de segregación realmente intolerable y lo que eso revela simplemente es la acentuación de la tendencia que ya se instalo.
Lamentablemente todo esto no es lo más grave, basta revisar el VTR que ha comenzado a circular por Internet, el cual muestra – aquí no se trata de especulaciones – una acción policial en comunidades mapuches, donde ingresan a las casas sin orden judicial para hacerlo, donde rodean a la comunidad, donde golpean a una madre con su niño en los brazos, y esta no es gente que sea sospechosa de haber perpetrado atentados terroristas, simplemente son personas que alzan la voz porque en territorios que ellos reindican como propios – donde descansan los restos de sus antepasados – se construirá un aeropuerto. Por consiguiente acá no peligra la seguridad del Estado, no estamos hablando de una situación limite para la autoridad, simplemente vemos que efectivos de fuerzas especiales – de la policía uniformada – ingresan a cuanta casa se les ocurre, donde aislaron una comunidad, donde se han desplegado centenares de policías y donde mujeres fueron tomadas detenidas por defender sus hogares. Si eso no es discriminación, dígame usted que es entonces, imagínese ese mismo acto, esas mismas acciones acá en Santiago, en cualquier población, ¿se toleraría?, no habría acaso una reacción virulenta de la sociedad, de rechazo de todos los sectores, lamentablemente para las comunidades mapuches eso parece normal, parece parte de la rutina, lise y llanamente parte de la cotidianidad.