En realidad a mucha gente no le gusta nada este negocio, más todavía, ahora que se ha convertido en una prospera industria que a incidido en los aumentos de ludopatía o compulsión por el juego y la apuesta. Incluso, excite una rehabilitadora de jugadores chilenos, algo así como alcohólicos anónimos de los ludópatas, donde a diario reciben decenas de llamados de mujeres desesperadas que no logran contener el impulso, muchas de ellas acaban robando las cosas de su casa, y vendiéndolas a precio de huevo, igual que los alcohólicos y drogadictos, o bien gastando parte importante de su presupuesto familiar en una sola noche.
La estadística dice que los hombres abusan menos, en cuanto a la ludopatía las mujeres son una mayoría aplastante, el casino es una instancia de reunión social y las ayuda a llevar – de mala manera claro – la soledad que todas dicen sentir. No solo los casinos le han hecho mucho mal a las personas, también lo hasido la proliferación de maquinas tragamonedas en numerosos locales comerciales y boliches de barrio. Muchos son los que abominan de estos locales, creen que estos seudo garitos se prestan para cosas ilegales, dan mala espina, lo asocian con los hermanitos Corleone, con Sam Giancana, Bugsy Siegel y todo ese lote demafiosos reales y ficticios, el caso es que ya hay 2 diputados de la Alianza que quieren obligar a los casinos a que implementen sistemas tendientes a prohibir el ingreso a jugadores compulsivos o ludópatas, algo se avanzo con la eliminación deguarderías infantiles, pero eso no es suficiente, el problema es que el negocio le viene bastante bien a municipios – muchos de ellos bastante pobres – y ese el otro problema, ¿cómo encontrar el equilibrio?, ¿cómo encontrar el punto exacto?, como decía ese gran bate guatemalteco, ese vástago de la poesía, Ricardo Arjona.
Casinos Enjoy tiene un programa especial de responsabilidad social que busca orientar a clientes algo problemáticos, pero cómo definimos a quienes deben ser atajados en la puerta, ¿cuál seria el criterio?, quienes son amantesde gastar chauchas y billetes en este tipo de recintos, y que experimentan un placer casi orgásmico cuando la maquinita comienza a botar las fichas, son fieles creyentes que una regulación así podría afectar contra la libertad del individuo, aunque también saben que hay mucha gente atrapada, ellos mismos, y muchos de ellos – en su mayoría mujeres – no son precisamente parientes cercanos de Leonardo Farkas como para andar botando toda su platita.
Ya ven, esta no es una problemática baladí, y no es nada sencillo regular la situación porque la ludopatía no solo se manifiesta en el casino, sino también en los juegos de azar, Lotería, Xperto, Kino, Loto y así, suma y sigue, suma y sigue, suma y sigue.